Vamos avanzando…
Desberdintasuna eta bizitzeko baldintzen
aldeak gero ta gehiago hazten da mende honetan. Eta ez da kasualitatea. Ezta
kasualitatez behartsuenak langileak izatea. Ezta lanik ez dutenak edo lan
prekarioenak dituztenak pobreagoak direnik ere.
Entre las personas ricas, aquellas que cada vez son más
ricas, no hay trabajadoras: hay prestamistas, banqueros, empresarios de todo
tipo y sus dirigentes, nobles y reyes presentes y pasados… Y, si observamos
bien, en los últimos años esas personas ricas cada vez aportan menos al común;
y quieren aportar menos. Y eso es un problema, grave, para las personas
trabajadoras. Porque las aportaciones al común concretadas en impuestos,
cotizaciones y otros sistemas de redistribución son los fondos que deben ser
adecuadamente redistribuidos a favor de las personas en situaciones más
precarias y de vulnerabilidad, haciendo prevalecer los principios de lo que
deberÃa ser cualquier régimen que se autodenomine social y de progreso.
Hay que reconocer que algunas de las polÃticas
realizadas en los últimos años se han destinado a mejorar las condiciones de
vida de las personas que en peor situación están. Los prolegómenos a la reforma
laboral como la eliminación del artÃculo 52.d) del Estatuto que criminalizaba
al enfermo exponiéndole al despido. La propia reforma laboral que, aun no
contemplando aspectos indispensables que no se han modificado (como reequilibrar
la negociación colectiva para dar mayor poder a las personas trabajadoras y sus
organizaciones sindicales, el aumento de las indemnizaciones por despido, etc…),
puede afirmarse que ha podido significar un cambio de tendencia positivo, pero
sin lugar a dudas insuficiente.
De igual forma los progresivos incrementos del SMI, la
revalorización de las pensiones y mejora de las no contributivas, la regulación
especÃfica para algunos sectores como los riders, el escudo social incluyendo la
nueva formulación más garantista con las personas trabajadoras bajo expedientes
de regulación de empleo…
Mejoras a las que se ha opuesto fervientemente el
empresariado insolidario, al que se le llena la boca al hablar de patria, pero
no tiene reparos en cambiar de paÃs para maximizar sus beneficios, llorón
cuando quiere que papá estado le rescate pidiendo su intervención, y faltón
cuando quienes padecemos las polÃticas empresariales pedimos su limitación, en
un ejercicio de caradurismo al que nunca nos hemos de acostumbrar.
También es cierto que se quedan muchas cosas en el
tintero o que directamente nos hacen retroceder. Dos ejemplos de esto bastante
claros son el mantenimiento de la ley mordaza y el reciente aumento de los años
de cálculo en la reciente reforma de las pensiones.
Avanzamos desde lo institucional; pero hemos de
lamentar que, desde el inicio del cambio polÃtico que supuso la irrupción del
15M en 2011, las calles se han ido vaciando de rebeldÃa e indignación.
Retrocedemos porque las grandes estructuras de resistencia que deberÃan ser los
sindicatos se encuentran, mayoritariamente, doblegados y domesticados; no hay
avances por aquÃ. Por desgracia.