驴Vamos a proponer algo ante una nueva recesi贸n?
Cuaderno de augurios: 2
Albert Recio Andreu
I
Los indicadores que apuntan a una recesi贸n siguen en aumento, y los comentarios de instituciones que alegan que es s贸lo una desaceleraci贸n alarman m谩s que tranquilizan. El Brexit unilateral es una de las posibilidades de que las cosas vayan mal (lo de Thomas Cook puede haber sido un peque帽o aperitivo), o puede que un Trump cercado por el impeachment trate de desviar la atenci贸n con una nueva medida que a帽ada m谩s incertidumbres. La econom铆a capitalista mundial se mantiene en equilibrio sobre unos cimientos tan fr谩giles e inestables que cualquier movimiento inesperado puede provocar un desastre. Hab铆a un tiempo en que los expertos calmaban a la gente afirmando que 鈥渓os fundamentos son s贸lidos鈥, pero tras la crisis de 2008 casi nadie es capaz de explicar cu谩les son esos datos fundamentales que dan confianza.
Situ茅monos en el peor escenario, que la recesi贸n estalla con fuerza, que se aceleran la destrucci贸n de empleo, las quiebras empresariales y la sensaci贸n de caos. La pregunta para m铆 crucial es qu茅 propuestas se van a plantear desde los espacios alternativos, qu茅 batallas habr谩 que tratar de ganar.
Una respuesta cl谩sica es acusar al capitalismo de provocar la crisis y exigir que la pague 茅l. Es obvio que el capitalismo en general, y el capitalismo especulativo actual en particular, son los principales responsables del problema, pero se帽alar al culpable no significa buscar soluciones. Pensar que la denuncia llevar谩 f谩cilmente a una revoluci贸n social est谩 fuera de lugar. Las sociedades capitalistas actuales han configurado una estructura social tan compleja, un modelo civilizatorio tan consolidado, que a corto plazo la idea de un cambio radical s贸lo la mantienen algunas minor铆as. Y, por otra parte, tras los sucesivos fracasos de las experiencias anticapitalistas anteriores es dudoso que mucha gente se lance de inmediato a una transformaci贸n que le suscita miedos e incertidumbres enormes. Si queremos cambios profundos estamos obligados a plantearnos dos cosas: qu茅 movimientos vamos a construir de inmediato y c贸mo pensamos que tendr铆a que ser la sociedad futura (lo que supone aprender de los fracasos del pasado y analizar el potencial de cambio de lo existente en la actualidad). Como el segundo objetivo es muy complejo y el tiempo apremia, me limito a efectuar algunos comentarios sobre las respuestas a corto plazo.
II
Lo primero que puede apuntarse es la evidencia de que las respuestas que se dieron en la crisis anterior han mostrado su ineficiencia, su iniquidad, de modo que un primer paso es saber contestar las propuestas que puedan venir del establishment econ贸mico. Al fin y al cabo, ellos tienen tantas carencias como nosotros (aunque mucho m谩s poder) y bastante tendencia a comportarse con pautas preconcebidas.
A este respecto hay varias cuestiones bastante claras:
鈥a presunci贸n de que insuflar capital a los bancos se traducir谩 en un aumento de la actividad econ贸mica es err贸nea. En general falla por el problema de la 鈥渢rampa de la liquidez鈥 (las empresas privadas no se embarcan en grandes inversiones cuando las perspectivas econ贸micas son desalentadoras), y tambi茅n porque los propios bancos son renuentes a conceder cr茅dito cuando temen un elevado nivel de impagos (la mayor parte de la banca mundial a煤n sigue purgando los efectos del boom financiero anterior a la crisis). Pero a煤n lo son menos en el mundo altamente especulativo de los mercados financieros actuales.
鈥a pol铆tica monetaria, el instrumento de intervenci贸n dominante desde el triunfo del neoliberalismo, ha demostrado su debilidad, en gran parte vinculada a lo comentado en el punto anterior. Hay que poner en pr谩ctica otro tipo de intervenciones.
鈥l 鈥渁juste expansivo鈥, la receta que se impuso a los pa铆ses endeudados, ha demostrado ser un aut茅ntico fiasco. Provoc贸 una segunda recesi贸n con un devastador coste social y, como es el caso de Espa帽a, un aumento importante de la deuda p煤blica.
De esta cr铆tica se pueden extraer algunas propuestas en positivo:
鈥o deben darse ayudas a los bancos sin contrapartidas y sin regular en serio el sistema financiero. Entre estas contrapartidas deber铆a incluirse un jubileo de la deuda a los sectores m谩s desfavorecidos de la sociedad.
鈥a pol铆tica monetaria debe perder su predominio en favor de una pol铆tica fiscal y de una regulaci贸n de aspectos importantes del funcionamiento de los mercados, desde una pol铆tica laboral que garantice derechos b谩sicos hasta la regulaci贸n de las actividades con un impacto social global. En algunos casos hay que dar paso a lo p煤blico.
鈥nte la deuda (y esto es importante para pa铆ses como Espa帽a) siempre es mejor aumentar los impuestos que recortar los gastos, as铆 que hay que proponer una reforma fiscal en profundidad a la par que un incremento del gasto.
III
Hasta aqu铆 las propuestas convencionales, orientadas en un claro sentido: evitar una repetici贸n de la crisis anterior y sus efectos sociales, reducir las desigualdades y aumentar el control social sobre el capital privado. Es evidente que ello deber铆a llevarse a t茅rmino a diferentes niveles, desde el local hasta el global, y que de lo que se trata es de generar din谩micas favorables en todos los 谩mbitos.
Sin embargo, es asimismo obvio que nos enfrentamos no s贸lo a una crisis internacional convencional, sino tambi茅n a una crisis ecol贸gica de creciente intensidad y a un aumento de las desigualdades que no s贸lo se explica como un efecto de la crisis sino que ven铆a gest谩ndose desde mucho tiempo atr谩s. La precariedad laboral no naci贸 en 2008 sino que era una cuesti贸n puesta ya de relieve en la d茅cada de 1980, aunque su intensidad no ha dejado de crecer.
Lo que se plantea ahora es la necesidad de una reestructuraci贸n econ贸mica mucho m谩s global y compleja, afrontar un problema que pone en cuesti贸n los propios conceptos b谩sicos que manejan la mayor铆a de los economistas para evaluar la eficiencia de las pol铆ticas, y sobre cuya transformaci贸n la mayor铆a tenemos ideas nebulosas. Me incluyo entre los que piensan que el capitalismo en sus diversas versiones, una actividad econ贸mica impulsada por el af谩n de lucro privado, es incompatible con una econom铆a igualitaria, basada en la b煤squeda del bienestar universal y acotada por las limitaciones que marca la sostenibilidad ecol贸gica. Pero realizar el tr谩nsito de una econom铆a capitalista a otra ecosocialista obliga a plantear las cuestiones que ya he destacado en el primer apartado. Aunque no tenemos tiempo, apoyo social ni propuestas claras para dar el salto inmediato a una sociedad poscapitalista con sensibilidad ecol贸gica, debemos introducir propuestas que vayan en esta direcci贸n.
Creo que ello incluye desechar algunas ideas e introducir algunas cautelas. Las ideas principales que hay que desestimar son la que sostiene que vivimos en sociedades inmensamente ricas que pueden garantizar un tipo de bienestar incondicional a todo el mundo y la de que la soluci贸n m谩s sencilla a nuestros problemas consiste en encontrar las respuestas tecnol贸gicas adecuadas. Pensar que una econom铆a ecol贸gicamente sensible se circunscribe a introducir alguna limitaci贸n al comportamiento humano y, al mismo tiempo, a chequear la mayor铆a de las respuestas tecnocr谩ticas dif铆cilmente supera un test de sostenibilidad. Lo cual no implica abandonar la preocupaci贸n por garantizar niveles de vida aceptables a todo el mundo ni despreocuparse del cambio tecnol贸gico, pero sabiendo cu谩les son sus l铆mites y condicionantes.
El New Deal verde ofrece una posibilidad de avance, pero hay que ser conscientes de que todo paso adelante en materia ambiental tiene efectos contradictorios sobre el empleo: puede crearlo en la producci贸n de algunos bienes, como ya est谩 ocurriendo en las energ铆as renovables o en la fabricaci贸n de nuevos sistemas de movilidad, pero necesariamente debe ser destructivo en el caso de otros, como en la industria automovil铆stica o el turismo. Ello tiene consecuencias importantes en t茅rminos de empleo y distribuci贸n de la renta, as铆 como un claro impacto desde el punto de vista espacial, puesto que si algo ha hecho la globalizaci贸n ha sido polarizar la especializaci贸n productiva de muchos territorios (especialmente fuera de los 谩mbitos metropolitanos). Podemos apoyar la aplicaci贸n de pol铆ticas ambientales, pero incluyendo en ello claras medidas de control que eviten desv铆os especulativos (dar primas generosas a algunas tecnolog铆as puede simplemente desplazar las inversiones especulativas hacia estas y acabar generando una sobreinversi贸n que no resuelva a fondo los problemas ambientales) y previendo los impactos sociales de las restricciones. Una econom铆a ecol贸gica exige un dise帽o mucho m谩s claro de los efectos directos e indirectos de las pol铆ticas, a diversas escalas, tener en cuenta tanto su impacto ambiental como su impacto social, as铆 como la elaboraci贸n de programas que ayuden al tr谩nsito y que no dejen gente fuera. Hay muchas posibilidades de introducir cambios profundos en el funcionamiento econ贸mico, pero ello s贸lo ser谩 posible si se adopta un dise帽o comprensivo de las pol铆ticas y su evaluaci贸n toma en cuenta la variedad de elementos y efectos que tienen lugar. No es una cuesti贸n t茅cnica; la participaci贸n de la poblaci贸n afectada, su comprensi贸n de los problemas, debe formar parte del propio cambio de las pol铆ticas.
IV
Como siempre, el lector estar谩 a estas alturas at贸nito. No hay propuestas de acci贸n claras, tan s贸lo algunas ideas fuerza 鈥攗no no tiene energ铆as ni capacidad para m谩s鈥, pero hay un mensaje en el que quiero insistir: no podemos dejar que ante una nueva recesi贸n la izquierda sea incapaz de tener una voz propia que favorezca cambios. Debemos desarrollar algunas propuestas a partir de la cr铆tica a las pol铆ticas realizadas en la crisis anterior, plantearlas ante la ya inevitable crisis ecol贸gica, y hacerlo aceptando la complejidad y multiplicidad de interacciones que estas reformas van a poner en marcha. No obrar as铆 es apostar por prolongar la crisis social y ecol贸gica, apostar por la barbarie. Hay demasiada gente, demasiada energ铆a social, consciente de los males del mundo como para no intentar generar voces, propuestas que ayuden a modificar la orientaci贸n de la econom铆a actual.