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Diferencias de género en Educación.J. Ignacio Conde Ruiz - Ignacio Marra


Diferencias de género en Educación.J. Ignacio Conde Ruiz  - Ignacio Marra

Las generaciones de mujeres de menos de 45 años están mucho mejor formadas que los hombres de su misma edad. La mujeres intentan compensar la discriminación que sufren en el mundo laboral con un mayor esfuerzo en la etapa educativa
J. Ignacio Conde Ruiz  - Ignacio Marra
08/12/2015 - 20:31h
• Brecha de género en la participación laboral
• Así es la brecha de género en las condiciones laborales
En las dos últimas entradas hemos analizado la brecha de género en el mercado laboral, tanto a nivel de  participación laboral como de condiciones laborales. En este artículo nos vamos a centrar en cómo son las diferencias en términos educativos. Ya en 1998 el porcentaje de mujeres entre 25 y 50 años con estudios universitarios superó la proporción de hombres con dicho nivel educativo. Actualmente, el 42% de las mujeres entre estas edades ha completado estudios terciarios, frente a un 35% de los hombres (y la brecha continúa aumentando).
 
Antes de nada, es bueno contextualizar el sistema de educación español en comparación con otras economías europeas. En España tenemos un panorama educativo dominado por la dualidad (forma de “reloj de arena”). Por un lado, el número de personas  que no llega a completar Bachillerato o una FP de grado medio (es decir, aquellas que no tienen educación secundaria superior) es altísimo (44,5%), muy por encima de la media de la UE-15 (29,6%) y a años luz de Alemania (19,7%).  Paralelamente, el número de personas que completan estudios universitarios es relativamente alto (31,7%), superior a la media de la UE-15 (27,3%) y a países como Francia, Alemania o Italia. En otras palabras: en un número muy alto de casos o bien no se hace Bachillerato o FP o bien se hace y después se pasa directamente a completar estudios universitarios, siendo relativamente pocas las personas que dejan de estudiar al nivel de la secundaria superior. Esta dualidad se mantiene tanto en hombres como en mujeres.
 
Nivel educativo máximo alcanzado.
Las diferencias de género en educación en España se ven con mucha más claridad cuando segmentamos por grupos de edad, tal y como hace la gráfica que mostramos a continuación. Observamos una dinámica muy clara: las generaciones de mujeres de menos de 45 años están mejor formadas que los hombres (una diferencia que se incrementa a medida que miramos personas de menor edad), la generación de entre 45 y 54 años tiene niveles educativos por género similares y entre las de personas de más edad, los hombres alcanzaron niveles medios de formación más elevados.
 
Brecha de género en nivel educativo por edad.
Destaca el caso de las personas entre 25 y 29 años, donde hay una diferencia de 13,5 puntos porcentuales (pp) en la proporción de mujeres con educación universitaria y el porcentaje de hombres con dicho nivel educativo. Paralelamente, en ese mismo grupo de edad hay una diferencia de 11,6 pp en aquellos que no tienen secundaria superior. Esto muestra una vez más la clara dualidad de nuestro sistema educativo: las diferencias en el porcentaje de personas que no completan educación secundaria superior se trasladan directamente en diferencias en la proporción de personas que completan estudios universitarios. 
En las siguientes gráficas comparamos estas cifras con diferentes países europeos. En general, en prácticamente todos los países grandes europeos encontramos una tendencia similar, las mujeres jóvenes están más educadas que los hombres, mientras que en generaciones más mayores los hombres tienden a tener mejor nivel educativo. El caso de España es especialmente notorio: la diferencia en el porcentaje de hombres y de mujeres que han completado como mínimo secundaria superior es la más alta entre las grandes economías europeas para todas las generaciones menores de 45 años. Para generaciones mayores, España está más bien en la media en términos de gap de género en educación.
Para educación universitaria la brecha de género es superior en Bélgica y Suecia, pero España sigue teniendo una diferencia muy grande entre generaciones menores de 45. Igual que en el caso anterior, está diferencia se disipa rápidamente según miramos grupos de edades más avanzadas.
 
Diferencia entre hombres y mujeres que han completado la secundaria superior.
 
Diferencia por país y grupo de edad.
Hemos visto que las mujeres españolas jóvenes se forman más que los hombres, y que esta brecha es mayor a la que encontramos en otros países. Se nos ocurren diversos motivos para explicar este fenómeno. En primer lugar,  los trabajos que antes de la crisis tenían un salario relativamente elevado y no requerían formación secundaria superior o universitaria se concentraban en sectores típicamente masculinos (manufacturas, construcción). Por ese motivo, era más probable que los hombres jóvenes dejarán de estudiar para trabajar. Otra razón, podría ser que, dado que existe una brecha salarial importante (o la percepción de que la hay), las mujeres tiendan a formarse más para compensar por este fenómeno. Es decir, intentan compensar la discriminación en el mundo laboral con un mayor esfuerzo en la etapa educativa.
Otra serie de razones suele centrarse en que las mujeres tienen, de media y a nivel agregado, capacidades que se valoran más en nuestro sistema educativo, por lo que tienden a suspender menos y, por lo tanto, es más improbable que se desvinculen del sistema educativo. Como vemos en la gráfica siguiente el porcentaje de mujeres que repite curso es inferior al de hombres a lo largo de toda la enseñanza obligatoria y el Bachillerato. En 2º de Primaria, por ejemplo, repite curso el 4,1% de las mujeres frente al 5,2% de los hombres. Hacia primero de la ESO estas cifran aumentan a un 15% de los hombres y un 10,6% de las mujeres.  Por eso no es de extrañar que el abandono escolar temprano ('dropout') sea muy superior en el caso de los hombres: uno de cada cuatro no completa el segundo ciclo de Secundaria. Para las mujeres esta cifra es del 18%, siete puntos menos.
 
Estudiantes que repiten curso.
También queremos hablar de las diferencias en la tipología de los estudios que hacen los hombres y las mujeres y ver si en otros países son similares. En el gráfico siguiente vemos el porcentaje de mujeres entre las personas que se gradúan con estudios universitarios en distintas ramas del conocimiento. Las carreras con un mayor número proporcional de titulados varones son aquellas que tienen que ver con informática (solo 15% de mujeres) e ingeniería (solo 18% de mujeres). Las que más proporción tienen de mujeres son aquellas que tienen que ver con servicios sociales (83%), educación (casi el 80% de mujeres) y medicina y salud (73%). Encontramos cifras relativamente cercanas a la paridad en las ciencias básicas y una representación femenina algo mayor del 60% en humanidades y ciencias sociales. Destaca el hecho de que esta dinámica está generalizada para prácticamente todos los países desarrollados, aunque se encuentran pequeñas diferencias individuales (en España las artes y humanidades tienen mayor representación relativa de hombres y las ciencias básicas mayor representación femenina que en otros países europeos).
 
Proporción de mujeres.
Cabría asumir que una cierta parte de estas diferencias se deban a las diferencias existentes (y profundamente arraigadas) en los países desarrollados en el nivel medio de competencias de lectura (superior en el caso de las mujeres) y de matemáticas (superior en el caso de los hombres).
En las gráficas que exponemos a continuación hemos puesto los ocho países europeos que hemos venido utilizando, así como el promedio de la OCDE, divididos entre hombres y mujeres, y hemos ordenado los 18 grupos resultantes de mayor a menor según los resultados obtenidos en el nivel de lectura y de matemáticas.
En el caso de la lectura,  el resultado es una enorme segregación entre hombres y mujeres. No solo las mujeres tienen un mayor nivel que los hombres en todos los países, sino que las mujeres del país con el peor resultado (España) tienen mejor nivel de lectura que los hombres de cualquiera de los otros países.
 
Nivel de lectura.
En el caso del nivel de matemáticas, las diferencias no son tan grandes, pero los hombres tienen mejores resultados que las mujeres en todos los países, con la excepción de Suecia (país que, por otro lado, tiene unos resultados de PISA bastante malos).
 
Nivel de matemáticas.
Estas fuertes diferencias en las habilidades cognitivas de hombres y mujeres nos dan la pista de que quizás las diferencias en el tipo de carrera que eligen (de media, siempre de media) hombres y mujeres responde a un proceso de especialización según aquello en lo que se tiene una ventaja comparativa. Pero, claramente, este factor es solo un pequeño componente de una ecuación muy compleja, como pone de manifiesto el hecho de que en España y Alemania las mujeres constituyan la mitad de los graduados en matemáticas.
Con este conjunto de datos podemos ver que, pese a que existen diferencias en la tipología de los estudios que realizan hombres y mujeres, el nivel educativo no explica las brechas de género en participación laboral y condiciones en el trabajo. Mas bien, si nos fijamos solo en la educación, las brechas laborales deberían ir en dirección contraria. En todos los grupos de edad menores de 45 años las mujeres tienen un nivel medio de formación más elevado que los hombres, especialmente en lo que se refiere a haber completado estudios secundarios superiores. 
Queremos concluir resaltando el fuerte problema que supone la gran dualidad del sistema educativo español (especialmente entre los hombres), que pide a gritos una 'tercera vía' para aquellos que buscan una formación profesional aplicada y de calidad.
Brecha de género en la participación laboral
El debate sobre desigualdad de género tiende a basarse en una mezcla de experiencias concretas, aportaciones ideológicas y acontecimientos esporádicos que en muchos casos dificulta la elaboración de un análisis completo
J. Ignacio Conde Ruiz  - Ignacio Marra
24/11/2015 - 21:34h
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El debate sobre desigualdad de género tiende a basarse en una mezcla de experiencias concretas, aportaciones ideológicas y acontecimientos esporádicos, algo que, si bien aporta una visión importante del fenómeno, en muchos casos dificulta la elaboración de un análisis completo que nos marque una hoja de ruta hacia la igualdad de oportunidades.
En las próximas semanas vamos a publicar en eldiario.es una serie de artículos con datos y reflexiones sobre distintas dimensiones de la desigualdad de género, tratando de formar una pequeña panorámica general a partir de fotos individuales. En este caso, vamos a comenzar hablando de las diferencias de género en la participación laboral.
En primer lugar, analicemos la historia reciente. La incorporación de la mujer al mercado laboral ha sido especialmente rápida en España, en los últimos 30 años el número de personas activas ha aumentado en 8.9 millones, de los cuales más del 70% son mujeres (es decir se ha multiplicado por 2.5 el número de mujeres que participan en el mercado de trabajo). No parece arriesgado asumir que una parte nada desdeñable del anterior largo ciclo económico expansivo en nuestro país (1993-2008) haya sido gracias al proceso de incorporación de la mujer al mercado de trabajo.
 
A mediados de los 80, sólo un 35% de las mujeres españolas entre 15 y 64 años trabajaba o buscaba activamente empleo. En Estados Unidos, lo hacía ya el 64% y en Francia o Alemania algo más del 50%. Tan sólo 30 años más tarde, estamos prácticamente al mismo nivel que nuestro vecino galo y EE.UU. y sólo unos 4 puntos porcentuales por debajo de los alemanes.  Existe, sin embargo, margen de mejora, tal y como se deriva del ejemplo de Suecia, cuyo proceso de incorporación de la mujer al mercado laboral culminó en 1990 y cuya tasa de participación femenina lleva 30 años en valores superiores al 75%.
El gran avance en la incorporación de la mujer al mercado de trabajo ha permitido reducir la brecha en participación, como se puede ver en el siguiente gráfico. Aunque la brecha es menor que la media europea, aún existe un gran margen de mejora.
 
 
Este gran avance esconde, sin embargo, importantes problemas.
En primer lugar, la brecha en participación laboral decrece a medida que aumenta el nivel educativo. Destaca el caso de las mujeres entre 25 y 29 años, pues cuando tienen estudios universitarios la brecha es prácticamente inexistente, mientras que cuando no han completado la secundaria superior hay una diferencia de 15 puntos en su tasa de participación. Esto es especialmente preocupante dado el elevado nivel de fracaso escolar en nuestro país. Por otro lado y como anotábamos anteriormente, dado que España continúa siendo un país en transición vemos también que la brecha se reduce con la edad.
 
Otro de los factores más importantes a la hora de decidir si trabajar o no hacerlo es la maternidad. La participación laboral de las mujeres cae demasiado y durante demasiado tiempo cuando se tiene hijos, denotando problemas serios en la compatibilización de vida familiar y laboral. La tasa de empleo en adultos viviendo en pareja sin hijos no difiere demasiado de la brecha en adultos solteros (pese a que sí existe un incremento del 6 al 8%).  La gran diferencia en la brecha de empleo se encuentra entre tener o no tener hijos (diferencia porcentual del 6 al 33%).  Esto tiene efectos devastadores sobre nuestra tasa de fertilidad.
 
Ese hecho se aprecia mejor analizando las tasas de empleo en la horquilla de edad de entre 25 y 45 años y segmentando de acuerdo a la edad del hijo más pequeño. En España observamos una diferencia muy grande en la tasa de empleo entre personas con hijos y personas sin ellos (25 puntos). Esta brecha se mantiene independientemente de la edad del hijo, señal de que la desconexión del mundo laboral tiene un carácter bastante poco temporal (si bien también afecta que las mujeres con hijos más mayores tienden a ser ellas mismas más mayores y la brecha decrece con la edad). En países como Suecia observamos como la brecha va cayendo según el hijo más pequeño va haciéndose más mayor, pasando de los 15 puntos cuando el hijo menor tiene menos de 3 años hasta el entorno de los 6 puntos cuando éste está entre los 6 y 15 años.
 
 
Existen multitud de trabajos académicos que relacionan la participación laboral de las mujeres con el reparto equitativo de las tareas domésticas dentro del hogar. ¿Cómo es el reparto de las tareas dentro del hogar en nuestro país?
En España el avance en la distribución de tareas domésticas (que en parte importante define el tiempo disponible de hombres y mujeres) no se ha correspondido con el avance experimentado a nivel de participación laboral femenina. Utilizando datos armonizados de distintas encuestas de empleo del tiempo observamos que los hombres españoles dedican alrededor de una hora y media más al día a trabajo remunerado que las mujeres de nuestro país. Esto es algo inferior a otros países como Francia u Holanda y muy inferior a Italia, donde la participación femenina es aún bastante baja en comparación con los niveles medios de otros países desarrollados.
 
Sin embargo, la diferencia en horas dedicadas a trabajo doméstico es bastante mayor. Las mujeres españolas dedican 2 horas y media más al día a tareas del mantenimiento del hogar (incluyendo cuidado infantil y de otras personas), algo por encima de lo observado en otros países de nuestro entorno (excepto Italia).  La hora que cuelga entre la diferencia positiva para los hombres en trabajo remunerado (+1,5) y la negativa en trabajo doméstico (-2,5) se va en tiempo libre. Los hombres tienen casi una hora más de tiempo libre que las mujeres en España, una cifra mucho mayor a la de Francia, Holanda o Suecia y casi al nivel de Italia.
Si miramos el problema un poco más a fondo, desagregando las tareas domésticas por tipología, nos encontramos un problema serio de segregación. Las mujeres realizan casi el 70% de todo el trabajo doméstico y prácticamente ninguna actividad se acerca a la paridad. Los hombres sólo llevan a cabo el 35%  de las horas de cuidado infantil.
 
En el siguiente gráfico usamos datos de distintas encuestas sobre uso del tiempo de países europeos a lo largo del periodo 2000-2013 para calcular diferencias de género en el número de horas de tiempo dedicado a tareas domésticas y la comparamos con la brecha de género en participación laboral. Observamos claramente que desde el año 2000 al año 2010 la mejoría en España en participación laboral es enorme, pero la mejoría en distribución de tareas del hogar es mucho menor. Entre todos los países se observa una dinámica muy clara: la reducción en la brecha en la tasa de participación tiene una correlación bastante fuerte con una distribución más equitativa de las tareas de la casa (incluyendo cuidado de dependientes).  Es importante recordar que correlación no implica causalidad.
 
En definitiva, el avance en la participación laboral de las mujeres en las últimas décadas ha sido espectacular. No obstante, es especialmente preocupante como se abre la brecha de género en participación cuando se decide formar una familia. La desigualdad es también excesivamente grande en el reparto de las tareas del hogar, donde una parte enorme del peso recae sobre las mujeres. 
En el último artículo de la serie analizaremos las distintas políticas públicas que podrían ayudar a progresar en materia de igualdad de oportunidades tanto en el mercado laboral como a nivel familiar.  Por ahora, nos conformamos con poner de relieve todo el potencial de talento femenino que estamos desaprovechando. Mucho talento a la espera de su oportunidad.

Así es la brecha de género en las condiciones laborales
Las mujeres españolas, pese a tener un mayor nivel educativo, tienen tasas de desempleo mayores, están más sobrecualificadas para los puestos que ocupan, tienen mayor temporalidad, mayor parcialidad no deseada y salarios un 20% más bajos que los hombres
J. Ignacio Conde Ruiz  - Ignacio Marra
1/12/2015 - 21:36h
Desgraciadamente, la desigualdad de género afecta no solo a la decisión de trabajar ( que analizamos la semana pasada), sino también a las condiciones laborales y el desarrollo profesional.
En primer lugar, encontramos diferencias de género en las perspectivas de encontrar empleo, tal y como refleja la brecha de género en la tasa de paro. Tradicionalmente, España ha sido un país con una elevada tasa de paro y grandes diferencias en la misma entre hombres y mujeres. En el año 2000, la tasa de desempleo de los hombres en España era del 9,5%, mientras que la de las mujeres era del 20,4%, es decir 10,9 puntos porcentuales (pp) de diferencia. Este nivel de desigualdad era muy superior al de Alemania (-0,6 pp), Francia (-3,6 pp) e incluso Italia (-6,5 pp).
Sin embargo, tal y como se puede observar en el siguiente grafico, con la crisis prácticamente se cerró la brecha de género en desempleo. No olvidemos, sin embargo, que la crisis ha sido mucho más intensa en sectores tradicionalmente masculinos como la construcción o la industria, por lo que con la recuperación se está volviendo a abrir la brecha de género en la tasa de desempleo.
 
Diferencias de género en la tasa de desempleo
Actualmente, incluso tras dos años consecutivos de aumento de la desigualdad, la brecha en niveles medios de desempleo es mucho menor a los niveles de hace 10 años, las mujeres tienen “solo” 1,8 pp más de paro que los hombres, una diferencia que se encuentra al nivel de Italia. Si bien este dato es aparentemente positivo, es importante destacar que en casi todos los países europeos nos encontramos que no hay diferencias en esta dimensión o que las mujeres tienen menos paro. Esto sería lo esperable dado que, como veremos la semana que viene, las mujeres en Europa (incluyendo España) tienen un mayor nivel educativo.
Cabe entonces preguntarse qué ocurre con las diferencias de género en desempleo cuando miramos personas con el mismo nivel educativo. Y lo que observamos es que España en esta comparación sale verdaderamente mal parada. En otros países la desigualdad de género en tasa de paro desaparece cuando comparamos entre personas que han completado estudios universitarios. En España, la brecha es de más de 3 puntos porcentuales, más alta incluso que en Italia. Para personas con educación secundaria superior también tenemos la mayor desigualdad de género en paro de nuestro entorno (casi 5 pp de diferencia). En definitiva, en nuestro país educarse es un activo para la mujer a la hora de incorporarse al mercado laboral, pero no le ayuda tanto como a un hombre a la hora de encontrar trabajo. Los lectores más avispados se habrán dado cuenta que la diferencia media agregada es menor que la diferencia para cualquiera de los niveles educativos por separado. Esto se debe, como explicábamos anteriormente, a que las mujeres españolas de media están más formadas que los hombres ( Paradoja de Simpson).
 
Tasa de desempleo según nivel educativo
Una vez conseguido un empleo, las mujeres españolas continúan sin tenerlo fácil en relación a los hombres. En España la temporalidad es una de las mayores disfuncionalidades de nuestro mercado de trabajo y afecta a todos los colectivos. A pesar de la gran destrucción de contratos temporales durante la crisis (la mayoría de ellos eran hombres que trabajaban en el sector de la construcción), las mujeres españolas tienen una tasa de temporalidad un punto porcentual superior a los hombres. No obstante, en términos absolutos seguimos teniendo la tasa más alta de temporalidad femenina de todo nuestro entorno. La temporalidad es un problema enorme en España, que afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque levemente más a estas segundas.
 
Tasa de temporalidad femenina
Otro problema añadido es que la brecha de género en temporalidad en nuestro país aumenta con el nivel educativo. Las mujeres universitarias españolas tienen una tasa de temporalidad del 22,9% (13,8% en la EU-15), frente al 17,3% de los hombres (10,2% en la UE-15). Es decir, entre personas con estudios superiores tanto los niveles absolutos de temporalidad como las diferencias de género en esta dimensión son superiores a la media. Una vez más, formarse no ayuda por igual a las mujeres y a los hombres.
 
Tasa de temporalidad según nivel educativo
La parcialidad en España no está muy extendida, con tasas relativamente bajas en comparación con nuestros vecinos. Cabe destacar que la parcialidad no es per se un problema, siempre y cuando sea parte de una decisión voluntaria de trabajar un menor número de horas. Es por tanto que a la hora de analizar la parcialidad como indicador de precariedad laboral debemos fijarnos en la tasa de parcialidad no deseada.
 
Tasa de parcialidad no deseada por sexo
El porcentaje de personas que tienen jornada parcial de forma involuntaria ha aumentado mucho en los últimos 10 años. En 2004 ésta era la situación del 3% de las mujeres y del 0,5% de los hombres, mientras que en la actualidad afecta al 11,8% de las mujeres y al 4,2% de los hombres, un incremento debido en parte importante a la crisis. En esta década hemos pasado de tener tasas bastante bajas en el entorno europeo a ser de las más altas, siendo Italia la única economía grande con cifras superiores a las nuestras. Como vemos en la gráfica siguiente, las diferencias de género en parcialidad no deseada están presentes en todas las economías europeas (en Italia, Francia, España y Alemania las mujeres tienen tasas tres veces mayores o más), pero la gran incidencia de la jornada parcial involuntaria en España hace que sea un problema de un importante calibre.
 
Tasa de parcialidad no deseada
Otro problema especialmente serio en España tanto en general como debido a su efecto asimétricamente fuerte sobre las mujeres es la sobrecualificación. De acuerdo con datos de la OECD, en 2013 el 35% de la población española estaba sobrecualificada (muy por encima de cualquiera de los grandes países europeos). A continuación os mostramos un gráfico sobre la sobrecualificación en su versión más visible (personas con estudios universitarios en ocupaciones elementales), que  afecta a un 4,3% de las mujeres con estudios superiores frente a un 2,5% de los hombres con dicho nivel educativo. Ambas cifras son mucho más altas que la media europea (y las más altas de los 8 países de nuestro estudio). El fuerte desajuste de habilidades y nivel del puesto de trabajo (y la gran diferencia existente entre hombres y mujeres) es una potente señal de desigualdad, mostrando, una vez más, el problema de talento desaprovechado en el caso de las mujeres.
 
Tasa de universitarios con trabajos elementales
Vamos a concluir con una de las fuentes de desigualdad económica entre hombres y mujeres más estudiadas y más difíciles de medir: los salarios. El nivel salarial depende de multitud de factores tales como el número de horas trabajadas, nivel educativo, ocupación, sector, experiencia, antigüedad en el trabajo, ciclo económico y otros factores observables y no observables. En España la brecha de género en salario mensual en 2014 sin ningún tipo de ajuste se encuentra en el 19,3%, por encima de la media europea (16,3%). Alemania y Reino Unido tienen brechas salariales sin ajustar en el entorno del 20% y Francia, Suecia y Holanda algo inferiores a la media europea.  Italia tiene una brecha salarial muy inferior a la media (7,3%), pero esto se debe a que la tasa de participación es muy baja (les invito a que echen un ojo al gráfico de la semana pasada para verlo claramente), por lo que sólo forman parte activa del mercado laboral las mujeres italianas con mayor cualificación.
 
Brecha salarial de género sin ajustar
Una forma algo más cercana de estimar la brecha salarial es usando salarios por hora dentro de ocupaciones concretas. De esta forma eliminamos el efecto de trabajar menos horas sobre el salario mensual y de la fuerte segregación laboral por ocupaciones que todavía existe (como podemos ver a continuación).
 
Segregación ocupacional por género
Usando datos de la Encuesta Cuatrienal de Estructura Salarial (cuya última versión publicada es de 2010) podemos ver que en España existe una brecha salarial superior al 14% en todas las profesiones analizadas. Destaca la brecha para el caso de los directivos (22%), las profesiones cualificadas con un componente manual (28%) y los técnicos (23%). Las brechas salariales en sueldo por hora más pequeñas las encontramos en ocupaciones como los profesionales (médicos, abogados, ingenieros, etc) y los profesionales de servicios y comerciales.
 
Brecha salarial de género por hora
Sin embargo, este indicador continúa sin tener en cuenta otros factores como educación, experiencia y sector económico. Las mujeres está más educadas, lo que implica que en ese sentido la brecha está infravalorada, pero por otro lado las mujeres tienen de media menos años de experiencia laboral debido a su posterior incorporación al mercado de trabajo, lo que implicaría una brecha ajustada menor. Guner, Kaya y Sánchez-Marcos (2014) encuentran, usando la Encuesta Europea de Condiciones de Vida, una brecha salarial en 2010 ajustada por todos estos factores del entorno del 20%, muy cerca de la brecha sin ajustar, es decir, que el efecto medio de los factores que afectan positivamente y negativamente tienden, en este caso concreto, a compensarse.
Resumiendo, las mujeres españolas tienen tasas de desempleo mayores, están más sobrecualificadas para el puesto que desempeñan, tienen mayor temporalidad y parcialidad no deseada y perciben salarios mucho bajos que los hombres. En todas estas dimensiones (con la excepción de la temporalidad, que en España afecta a todos), tanto la brecha como el nivel absoluto se encuentran por encima de los valores medios europeos. Además, la crisis parece haber exacerbado las diferencias en parcialidad no deseada y aumentado la brecha salarial. Todo ello pese al nivel formativo relativamente más elevado de las mujeres españolas. La precariedad laboral es un problema importante en España, que como hemos visto incide en mayor medida en las mujeres. Es por tanto clave luchar contra la precariedad laboral. Solo así nos acercamos un modelo de relaciones laborales más justo para todos.

¿Cómo son los 'techos de cristal' en España?
En este artículo mostramos, con una avalancha de gráficos, el nivel de representación femenina en los puestos de mayor responsabilidad de distintas áreas de la sociedad española. Juzguen por sí mismos si existen o no 'techos de cristal' en nuestro país
J. Ignacio Conde Ruiz  - Ignacio Marra
16/12/2015
MÁS INFO
• DEBATE: Mujeres y mercado laboral
• Techos, muros, escaleras, suelos pegajosos y laberintos. Barreras a la promoción de las mujeres en puestos de liderazgo
• "El techo de cristal sigue existiendo para la mujer pero es mucho más fino en la economía social"
• Diferencias de género en Educación
• Así es la brecha de género en las condiciones laborales
• ETIQUETAS: techo de cristal,igualdad, igualdad salarial,igualdad laboral
En los últimos tres artículos de esta serie sobre género hemos hablado de desigualdad en participación laboral, en condiciones laborales y sobre como el mayor nivel educativo de las mujereshace que no podamos considerar que esta sea la causa de tales brechas. En este artículo vamos a recopilar toda una serie de gráficos sobre el porcentaje de mujeres en los puestos más altos de su carrera profesional, incluyendo distintas instituciones, áreas del sector público y empresas cotizadas. Es decir, vamos a analizar de forma visual si existen o no 'techos de cristal' que coarten asimétricamente el desarrollo profesional de las mujeres. También incluiremos comparativas con Europa, para tratar de reflejar la posición de España en el entorno europeo.
En primer lugar, vamos a mostrar un gráfico con el porcentaje de mujeres en los puestos más altos de distintas instituciones españolas. Ni el poder ejecutivo, sea a nivel regional o central, ni el poder legislativo, ni el judicial tienen paridad de género. Tampoco la representación exterior o la ejecutiva de nuestro banco central. En general, se observa una mayor representación en aquellas instituciones con mayor visibilidad pública como el Congreso (36% de mujeres) y el Consejo de Ministros (30%) y especialmente bajo en el número de embajadoras (un 11% aproximadamente).
 
Porcentaje de Hombres y Mujeres en los puestos más altos de distintas Instituciones Españolas (2013-2014)
En las cámaras parlamentarias nacionales observamos un crecimiento lineal en el porcentaje de mujeres en prácticamente todos los países. Si tenemos en cuenta ambas cámaras España está en tercer lugar de los ocho con un 39% de mujeres, aumentando desde aproximadamente el 30% en 2003. Destacan Suecia por su nivel muy cercano al 45% durante todo el periodo de 2003-2015 e Italia por el fuerte aumento (del 10% al 30%) en dicho periodo.
 
Porcentaje de Mujeres en Cámaras Parlamentarias en Europa
El porcentaje de mujeres en el Consejo de Ministros es mucho más volátil. Durante las legislaturas socialistas observamos un número muy cercano a la paridad, mientras que en las del Partido Popular el número ha rondado el 30%. En Italia y Francia observamos una clara tendencia hacia la paridad en los últimos 12 años y en Alemania y Suecia se encuentran en el entorno del 40-45% y 45-55%, respectivamente.
 
Porcentaje de Mujeres en Consejos de Ministros en Europa
En los parlamentos autonómicos el porcentaje de mujeres en España es de alrededor del 45%, la tercera cifra más alta de los 8 países (encabezan la lista Francia y Suecia). De nuevo, destaca la baja representación femenina en Italia.
 
Porcentaje de Mujeres en Parlamentos Regionales/Autonómicos
En cuanto al número de alcaldesas, las cifras en abril de este año, sitúan a España con 17%, algo más alta que en varios países, pero por detrás de otros como Holanda o Suecia (que duplica la media europea). Algo similar ocurre con el número de embajadoras: desde el 38% sueco al 7% en Italia pasando por el 17% francés. En España, destaca el fuerte cambio en la última década: de un 1% de embajadoras en 2004 al 13% de 2013.
 
Porcentaje de Alcaldesas en Europa (Abril 2015)
 
Porcentaje de Embajadoras (2004 vs 2013)
Finalmente, en el poder judicial (si no desagregamos por nivel) observamos cifras cercanas o incluso superiores al 50% en bastantes casos. Una excepción es el Reino Unido, donde sólo un 25% de los jueces y magistrados son mujeres. Más adelante veremos como la diferencia aumenta a medida que miramos puestos con mayor responsabilidad dentro del sistema judicial.
 
Porcentaje de Juezas y Magistradas en Europa (2000-2013)
En general, observamos varios patrones. Por un lado, en ningún país, con la excepción de Suecia, hay datos relativamente cercanos a la paridad de forma más o menos generalizada. Y como decíamos, las instituciones españoles están más o menos en la media europea en el porcentaje de mujeres en las mismas pero claramente muy lejos de la paridad. Parece que existe un problema de representación femenina a nivel europeo.
¿Qué ocurre en las empresas más grandes? Entre las empresas cotizadas el porcentaje de mujeres en los puestos de mayor responsabilidad es menor que en la instituciones públicas. Solo un 17% de los asientos de los consejos de administración de empresas del Ibex 35 están ocupados por mujeres, una de cada seis sillas. Se trata de la cifra más baja de Europa: en el resto de países estamos hablando de una de cada cuatro sillas y en Francia, de una de cada tres. Estas diferencias son incluso mayores si nos centramos en las consejeras ejecutivas (el puesto con mayor poder dentro de los consejos), que no llegan al 5%, menos de 1 de cada 20.
 
Porcentaje de Mujeres en los Consejos de Administración de las Empresas Listadas en Bolsa más grandes de Europa (2003-2015)
En puestos directivos la diferencia es incluso mayor. En una hipotética reunión de directivos de las grandes empresas españolas una mujer tiene una probabilidad del 90% de que la persona que se siente a su lado sea un hombre. Si se trata de una reunión de los presidentes de tales empresas, la probabilidad sube al 97%.
 
Porcentaje de Mujeres en Puestos Directivos de las Empresas Listadas en Bolsa más grandes de Europa, Abril 2015
Finalmente, queremos terminar mostrando tres ejemplos de cómo varía el porcentaje de mujeres en puestos de responsabilidad según se asciende en una determinada carrera profesional.
En primer lugar, vamos a mirar la representación política local o regional. En España el porcentaje de concejalas es inferior al porcentaje de alcaldesas, que, a su vez, es inferior al porcentaje de mujeres en la presidencia de diputaciones provinciales o Comunidades Autónomas. Esta dinámica de "a mayor responsabilidad, menor representación femenina" se mantiene desde hace, como mínimo, 16 años. Existe después un salto enorme en el porcentaje de mujeres en las instituciones nacionales de gran visibilidad.
 
Porcentaje de Mujeres Españolas en el puesto más altos de determinados órganos de gobierno regionales (1999-2014)
Algo parecido ocurre en el sistema judicial. La progresión dentro de la carrera profesional de fiscales y jueces es relativamente paralela y en ambas ocupaciones observamos como el porcentaje de mujeres se va reduciendo desde más de un 60% en la primera fase (abogados fiscales y jueces), hasta un 24% en la categoría con más responsabilidad de fiscales (fiscales de Sala del Tribunal Supremo o fiscales de categoría 1) y un 13% en su equivalente en la carrera de jueces y magistrados (magistrado del Supremo). Este fenómeno se mantiene desde hace por lo menos ocho años, con relativamente pocos cambios.
 
Porcentaje de Mujeres en el Sistema Judicial en España, por Nivel y Ocupación
Finalmente, encontramos el mismo paralelismo en el mundo universitario español. El porcentaje de mujeres entre el profesorado titular es ligeramente inferior al porcentaje entre el profesorado contratado y la caída cuando miramos catedráticas (21%) o rectoras (8%) es bastante notoria. En la trayectoria académica sí que parece haber habido un pequeño acercamiento hacia la paridad desde 2004. Además, para quien tenga interés en informarse sobre la situación académica de las mujeres en el área de Economía, acaba de salir un informe del COSME muy interesante que lo analiza.
 
Porcentaje de Mujeres en Ocupaciones Académicas Universitarias, por Nivel (2004 vs. 2013)
En definitiva, en todas estas posiciones la experiencia profesional es un factor muy importante y que podría servir para explicar una parte de las diferencias de género y tratar de justificar algún 'techo de cristal'. Lo preocupante es que en todas las dimensiones que la evidencia empírica disponible nos ha permitido ver estas diferencias en la progresión de mujeres y hombres, en todas y cada una de ellas. Destaca además el bajo progreso en la representatividad en los puestos más elevados, especialmente dado el importante aumento en el nivel educativo medio de las mujeres en los últimos 30 años. Parece que la representación femenina va descendiendo en todas las ocupaciones a medida que subimos peldaños en la escalera profesional. Cabe destacar, sin embargo, que con la excepción de los países líderes en igualdad de género, este problema es de índole europea.
Y hasta aquí los datos. Llevamos más de 40 gráficos sobre el panorama de las brechas de género en España y, sin duda, es mucha información a digerir. Reflexionen, comenten y tomen sus propias conclusiones.
En el último bloque de esta serie usaremos toda la evidencia empírica mostrada para hacer un diagnóstico personal y mostrar la caja de herramientas a la disposición de aquellos que no nos resignamos y consideramos que la situación debe cambiar. La escasa representación del talento de la mitad de la población española es un problema que, a nuestro juicio, el próximo gobierno debería poner encima de la mesa desde el minuto uno.




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