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Ciudadanía activa: análisis del conflicto social
Luis Enrique Alonso Catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid
24-09-2014
Artículo extraído de Mientras Tanto, nº 127, septiembre de 2014
Enrique Alonso
Ciudadanía activa: análisis del conflicto social
(Mientras Tanto, nº 127, septiembre de 2014).

  “El capitalismo provoca todavía una sensación de indignación y lo seguirá haciendo; en este sentido se mantendrá la línea de continuidad que ha unido el siglo XIX con el XX y el XXI, una línea de resistencia y crítica”. 
Göran Therborn, From Marxism to Postmarxism?, 2008
 

Un nuevo ciclo de movilizaciones sociales se ha producido en el espacio de las economías occidentales como protesta y resistencia de las políticas de choque neoliberales impuestas por las élites financieras e institucionales globales. Antonio Antón, en el libro Ciudadanía activa. Opciones sociopolíticas frente a la crisis sistémica (Madrid, Sequitur, 2013, 272 págs.), traza un mapa minucioso de esta dialéctica entre las acciones económicas disciplinarias y las reacciones cívicas y sociales de defensa del proyecto más igualitario y justo de la modernidad. El análisis se especifica y desarrolla, además, para el caso español, donde las especiales circunstancias de su historia, su modelo financiero y su posición subordinada en la semiperiferia europea han profundizado y disparado los costes humanos asociados a las políticas de austeridad y recorte de los gastos (y los derechos) sociales.

Estamos entonces, ante un análisis completo y complejo del conflicto social en la España de la crisis del siglo XXI, donde se estudian a fondo, las causas, los actores y las nuevas estrategias de las luchas contemporáneas, tanto desde una dimensión genealógica como desde una perspectiva sistémica. Esa exhaustividad es una de las grandes aportaciones de la obra, donde se describen y relacionan con solvencia, desde una perspectiva integral, temas y dinámicas de acción colectiva que tradicionalmente se han ido abordando de manera aislada e incluso fragmentada y donde la habitual división académica de las ciencias sociales tampoco ha contribuido demasiado a integrar y cohesionar el estudio completo de la dialéctica del conflicto social. Así en el libro de Antón nos encontramos sólidos puentes explicativos entre el estudio de la desigualdad social inducida por la economía neoliberal, la nueva estructura social, el lugar del trabajo y su capacidad de movilización en este contexto y su relación con las nuevas formas colectivas de indignación y reivindicación. La sociología del trabajo, del Estado del bienestar, de la estratificación y la desigualdad, y de los nuevos movimientos sociales se fusionan así en una síntesis explicativa que traspasa con creces los habituales enfoques temáticos de las sociologías disciplinarias.

La estructura del libro es clara y sigue un patrón completo. Se analiza, en primer lugar, la naturaleza de la nueva gobernanza neoliberal y sus efectos, se estudian, a continuación, las formas de movilización que han tomado las respuestas a este nuevo modelo de control (el 15M, el movimiento indignado, las mareas en defensa de los servicios públicos), la incapacidad de la política institucional y especialmente del discurso socialdemócrata –degradado, bloqueado y subordinado a los poderes económicos- de recoger las demandas sociales de la ciudadanía activa y, por fin, se indagan las potencialidades de un pensamiento social crítico y emancipador capaz de analizar las perversiones e injusticias de los modelos de gestión que presentándose como únicos, necesarios, técnicos y sin alternativa posible en realidad materializan los intereses de sectores muy minoritarios de las élites globales.

De esta manera nos encontramos, como marco de referencia, con un panorama devastador en lo que se refiere al recorte de derechos sociales, el incremento de la desigualdad, la desestabilización del trabajo y, en general, a la desestructuración programada y forzada del Estado del bienestar y sus efectos equitativos. El largo ciclo neoliberal, reforzado paradójicamente por las supuestas políticas anticrisis –más de lo mismo para supuestamente solucionar lo que estas mismas políticas habían generado- ha supuesto una remercantilización extensa y profunda de todas las naciones europeas. Pero para los países del sur y especialmente para España, los costes sociales de estas políticas privatizadoras y recortadoras han sido espectaculares y descorazonadores. Antonio Antón aquí hace un recuento completo tanto de las medidas regresivas que se han tomado en el Estado español y de sus inquietantes efectos (desigualdad, exclusión, desestabilización, recorte de pensiones y severo endurecimiento de las condiciones de cotización y obtención de las mismas, etc.); efectos que no sólo son cuantitativos, sino que, como se demuestra por ejemplo en el epígrafe dedicado a la educación y su cambio de modelo jurídico, toman un auténtico rango cualitativo, pues institucionalizan y normalizan la insolidaridad, la desigualdad estructural, el acceso diferencial según capacidad económica a los servicios.

Tiende a cristalizarse así un modelo de políticas sociales que lejos de ser “plural” es antidistributivo y pretotalitario, al subordinar la diversidad (y la necesidad social) a los objetivos de máxima rentabilidad (intensiva y extensiva) del sector privado. Lo que ha sido presentado como una cuestión técnica o incluso de “sostenibilidad” del régimen de bienestar es en realidad un conflicto distributivo, una estrategia política sistemática y consciente de desposesión de los recursos públicos generados por las mayorías sociales por parte de unas minorías financieras globalmente asentadas y políticamente apoyadas por instituciones (los Estados nacionales y la Unión Europea fundamentalmente) que convierten en leyes y directivas lo que son intereses evidentes de las nuevas clases hegemónicas.

Lógicamente estas políticas han provocado reacciones de protesta y han abierto nuevas líneas de confrontación simbólica generando múltiples prácticas de lucha, así como un nuevo discurso de la movilización social asociada a un conjunto de vocabularios de motivos para la acción. La deslegitimación social provocada por las políticas neoliberales regresivas y antipopulares ha generado, según el libro que nos ocupa, un triple nivel de oposición, desde una fuerte desafección, desconfianza y retraimiento de amplias capas de población hacia la política institucional y las prácticas dominantes de las entidades económico-financieras, hasta redes de activismo organizado, ya sean herederas del movimiento sindical clásico o de la nueva cultura de la protesta derivada de la precarización y la desestructuración social actual. Pero quizás lo más importante es la creación de un tercer nivel, esto es un amplio frente de ciudadanía crítica y activa que sin estar especialmente organizada ha sido capaz de generar dinámicas de acción colectiva fuertemente confrontadas a la desregulación y la privatización; acciones expresivas como las ocupaciones del 15M o las mareas ciudadanas, más con efectos instrumentales y generativos de cultura política alternativa. Los elementos teóricos de la teoría de los movimientos sociales y los ciclos de protesta (oportunidad política, marcos cognitivos, contenido de las acciones, cultura sociopolítica de referencia) son utilizados por Antón como tipo ideal para desentrañar los elementos específicos de la movilización indignada que ha explorado los límites y déficits de legitimidad de las políticas neoliberales y, en general, de esta postdemocracia que aunque formalmente dotada de los mecanismos de visualización de las democracias clásicas (derechos humanos individuales, competición electoral, sufragio universal), cada vez contiene menos contenidos de representatividad, rendición de cuentas, respeto a los derechos sociales y transparencia.

Paralelamente, gran parte de la desestructuración y descomposición actual de lo social y su red institucional tiene como origen  el ataque al estatuto normativo del empleo logrado por el pacto keynesiano y por el derecho laboral garantista derivado del corporatismo implícito o explícito del gran acuerdo social de la segunda postguerra mundial. En el tardío e incompleto fordismo español una interminable sucesión de reformas laborales –todas justificadas con el mismo subterfugio ideológico: son para facilitar el empleo- han ido degradando, fragmentando y precarizando estructuralmente el mercado de trabajo español. Los efectos aterrorizantes y disciplinarios de estas reformas han sido inocultables, pero en la crisis y con la hegemonía electoral del neoconservadurismo más descarnado las medidas antilaborales se hicieron sistemáticas y totales (tocando la negociación colectiva, las garantías y alcance de la negociación colectiva, los deslizamientos salariales, la facilitación sin límites del despido, etc.). Y esta enésima reforma laboral hecha a la medida de los intereses del empresariado más recalcitrante, suponía una vuelta de tuerca definitiva contra la mínima estabilidad laboral real y el avance sin cortapisas hacia la institucionalización de un mundo laboral turbulento, desigual, autoritario y depresivo.

Antonio Antón en el libro estudia este ataque jurídico y también propagandístico contra el trabajo y sus agentes sociales –las maniobras de descrédito sindical han sido feroces y han encontrado terreno abonado en la deslegitimación de la política institucional-, pero también la respuesta social protagonizada por el mundo del trabajo: dos huelgas generales y una amplia gama de movilizaciones que van desde la defensa del Estado del bienestar a la reivindicación de un  estatuto digno para el trabajo. Es un tiempo decisivo para el sindicalismo en concreto -y su capacidad de desburocratizarse y acercarse a las bases sociales y sus demandas-, pero también en general para el mundo del trabajo y sus posibilidades reales para acumular un capital cívico que le permita un cierto empoderamiento efectivo, justo en una época donde todas las estrategias neoliberales tienen por objetivo limitar y descomponer la capacidad de acción y agregación de intereses del mundo laboral. La defensa del Estado del bienestar y las políticas públicas abren la vía de un sindicalismo de sociedad capaz de vincularse con otros sujetos, movimientos y acciones cívicas, mucho más allá del sindicalismo corporativo o de planta, cada vez con más peligro de caer en el más descarnado particularismo o quedar encerrado en el discurso de la racionalidad mercantil y sus imposiciones.

En el contexto de la crisis financiera, la política institucional de los partidos ha demostrado su ineficacia para defender a la población de las estrategias depredadoras de las élites económicas, bien al contrario, ha dado muestras de un servilismo y una defensa máxima a los poderes fácticos globales y sus políticas de ajuste y austeridad. El sentimiento de desafección política y de impotencia e inutilidad de la democracia representativa tradicional se ha hecho general y, en esta quiebra, tanto el bipartidismo como la socialdemocracia han quedado especialmente heridos. En el libro que comentamos se visualiza muy bien esta situación de bloqueo institucional, donde el perdedor máximo, tanto por responsabilidad como  por los efectos contextuales del endurecimiento del relato del “realismo” económico, han sido el discurso socialista instituido y degradado en su propia falta de plantear alternativas atractivas al pensamiento único neoliberal.

Un nuevo ciclo sociopolítico asociado a la crisis parece que deja sin espacio el difícil ejercicio de equilibrio inestable de la última socialdemocracia entre su subordinación a los poderes económicos y su intento de mantener minimizado (y tratando de aumentar los derechos no económicos) un Estado del bienestar jibarizado, pero no operando abiertamente en la lógica neoliberal. La crisis no ha dejado lugar a ambivalencias y la huida de las bases sociales de un proyecto socialista como el de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando definitivamente rompió su ambivalencia y empezó a tomar medidas antipopulares y de austeridad, parece que va a ser una tendencia difícil de reconducir y las múltiples torpezas y desatinos en esta gestión han ayudado a debilitar a la ya exangüe socialdemocracia realmente existente. Apelar cuando se ejerce la oposición a un cierto radicalismo verbal distributivo, proponiendo políticas que luego nunca se ejecutan cuando se está en el gobierno (para no poner en riesgo su supervivencia frente a los poderes económicos) ya no sirve demasiado como recurso de atracción de la ciudadanía hacia las posiciones socialistas europeas. La teoría clásica de la necesaria convergencia entre los nuevos movimientos sociales y la socialdemocracia está, hoy más que nunca, puesta en entredicho y en este libro se estudian a fondo los errores, razones latentes y manifiestas, y lógicas perversas que han llevado a esta penosa situación. Si la socialdemocracia imaginaria actual no consigue pronto ser una socialdemocracia real, en una situación como la que vivimos, sus días de apoyo popular parecen estar contados. 

Justamente ante este panorama se hace más necesario que nunca un conocimiento reflexivo y crítico de la presente realidad política y social. En el texto se argumenta primero la conveniencia de una crítica racional y constructiva de los tópicos discursivos que ha impuesto el neoliberalismo programático y que se han materializado en gran parte de las políticas convencionales y la gran mayoría de los medios de comunicación. Demostrar con rigor, como se hace aquí, que las consecuencias y los efectos colaterales de las soluciones liberales nos ponen al borde del colapso social a corto plazo y pueden tener efectos irreversibles a largo plazo sobre la justicia y equidad constitutivas de nuestra estructura social, es un ejercicio de inteligencia social tan imprescindible como poco habitual y es toda una lección de honestidad intelectual en un mundo donde los ruidos de la neolengua partidista, la jerga tecnoeconómica y el griterío de las tertulias televisadas invitan a todo lo contrario.

El momento de hegemonía real del pensamiento conservador exige una teoría social crítica capaz de dar respuesta desde el rigor analítico, pero también desde el compromiso normativo a un conjunto de desafíos civilizatorios. Ni el cinismo postmoderno, ni el misoneísmo -o aversión a las novedades- habitual del marxismo dogmático sirven demasiado en esta coyuntura, pues de lo que se trata es de armar un pensamiento útil, práctico y estratégico capaz de plantear un nuevo contrato social que disolviendo todo fatalismo –y los peligros de un amenazante populismo de derechas ultraconservador y xenófobo- sea capaz de articular un bloque sociopolítico alternativo donde los sujetos débiles y frágiles (jóvenes, excluidos, mujeres, parados, precarizados, empobrecidos, inmigrantes y un larguísimo etcétera) queden en primera línea de interés de un nuevo paradigma del bienestar capaz de hacernos salir de la crisis por un lugar mínimamente redistributivo. Las condiciones de este nuevo contrato son inciertas y difíciles –dado el poder disciplinario y sacrificial del bloque hegemónico y su discurso mercantilizador- pero si no se piensa, se plantea y se difunde desde el pensamiento social y sus razones prácticas de resistencia, las posibilidades de cambio social progresista serán literalmente inexistentes.

Ciudadanía activa, de esta forma, es una magnífica obra sobre el conflicto social en la España actual, un conflicto estudiado en sus dimensiones más diversas y complejas. Obra necesaria justo cuando la sociología del conflicto ha tendido o bien a disolverse en conceptos mucho más abstractos (riesgo, contingencia, liquidez, etc.) o a fragmentarse en sociologías específicas adaptadas a campos de conocimiento académicos más preocupadas por el rendimiento promocional de sus propuestas que por su capacidad de dar cuenta de esa totalidad concreta estructurada que es el marco generativo de la movilización social contemporánea.

Escrito desde una perspectiva abiertamente pluralista, este libro de Antonio Antón, integra tanto la dimensión accionalista y de agencia de la realidad social actual, como sus prerrequisitos sistémicos y estructurales. Pero sobre todo es una herramienta de primer orden para conocer elementos esenciales del conflicto social en España tanto desde el punto de vista de sus actores (tradicionales, nuevos y novísimos) como desde la crisis de funcionamiento de sus instituciones (políticas sociales, sistema de partidos, marco jurídico laboral, etc.). Dado el penoso estado del debate público en nuestro país –envenenado entre los argumentarios de los partidos y el ruido reaccionario de las tertulias mediáticas- la lectura de un libro como este supone un inmenso placer intelectual y renueva con honores la promesa de la sociología crítica de que el primer paso para la transformación social es el conocimiento racional y sistemático de la misma, empezando por los poderes que la constituyen.
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L. E. Alonso es Catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido Vicedecano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales y Director del Departamento de Sociología.




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