Se prolonga el paro masivo y se va
acercando a los seis millones de personas paradas. Persisten las
políticas de ajuste y austeridad que refuerzan el estancamiento
económico y continúan destruyendo empleo. No existen políticas públicas
sustanciales de reactivación del empleo. El pacto europeo por el
crecimiento económico es muy insuficiente y lleno de retórica, mientras
se consolidan las medidas de estabilidad fiscal que, especialmente, para
los países periféricos como España, impiden la creación de empleo y
prolongan la crisis económica.
Ello contrasta con la opinión mayoritaria de la ciudadanía, expresada en
diversas encuestas de opinión, que sitúan al paro como el principal
problema a resolver y rechazan los recortes sociales y laborales. Supone
una fuerte deslegitimación a esa política liberal-conservadora que con
su gestión antisocial hace recaer sobre las mayorías sociales las peores
consecuencias de la crisis.
La continuidad del desempleo masivo y el deterioro de las condiciones
salariales, sociales y laborales está suponiendo el agravamiento de las
condiciones de vida de amplias capas populares y la ampliación de las
desigualdades y brechas sociales. Los sistemas de protección social se
quedan muy insuficientes ante la dimensión y la gravedad del problema.
Se están produciendo dinámicas de mayor empobrecimiento, bloqueo de las
expectativas vitales y dificultades para la convivencia y la cohesión
social.
Lejos de abordar directamente estos problemas, con una política
expansiva de la demanda y la defensa de los derechos socioeconómicos y
laborales de la población, la política económica dominante se empeña en
defender los privilegios del poder económico y financiero, causante de
esta crisis económica, sin exigir responsabilidades a las élites
gestoras.
Crece el paro
Veamos los hechos más significativos del paro y el déficit de protección
pública al desempleo y al riesgo de pobreza y exclusión social.
Los datos empíricos muestran la cruda realidad del paro y su
persistencia. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del 1º
trimestre de 2012, existen más de 5,6 millones de desempleados
(setecientos mil más que hace un año), con una tasa de paro del 24,4%,
más del doble de la UE-27 y la UE-15. Si se utilizasen unos criterios
más adecuados que los de la EPA para evaluar el nivel de paro, contando
una parte de los denominados ‘desanimados’ en la búsqueda de empleo y
con ‘subempleo’ (más cercanos al desempleo que a la ocupación donde se
integran los que han trabajado al menos una hora en la semana de
referencia), habría que añadir cerca de otro millón más de personas
básicamente desempleadas, es decir, a fin de año nos podríamos acercar a
los siete millones de personas desempleadas o infra-empleadas.
Al mismo tiempo, más de 1,7 millones de hogares tienen todos sus
miembros activos en paro, con un crecimiento interanual de 342.400,
junto con una disminución de 472.300 los hogares que tienen todos sus
activos ocupados; además, casi un millón de parados son el sostén
principal de sus familias; ambos datos expresan el incremento del riesgo
de pobreza intensa. La tasa de paro de la población de origen
extranjero (37%) es quince puntos superior a la media de las personas de
nacionalidad española, y la tasa de desempleo juvenil es más de la
mitad (52%), con cerca de un millón de jóvenes de 16 a 25 años
desempleados.
La trayectoria del paro es muy pronunciada y ascendente: el total de
parados (EPAs 3º trimestre) ha pasado de 1,79 millones en el año 2007, a
2,60 en 2008, 4,12 en 2009, 4,57 en 2010, 4,98 en 2011, y el citado 5,7
de 2012. Las variables económicas aventuran un estancamiento prolongado
de la economía e incluso otra recesión. Las perspectivas del empleo
indican su no mejoría a corto y medio plazo, y esos altos niveles de
paro pueden persistir varios años.
Se consolida la desprotección social
Por otra parte (Ministerio de Trabajo, últimos datos de julio-2012), el
paro registrado es de 4,6 millones, habiéndose reducido ligeramente el
último mes pero con un crecimiento de más de 0,4 millones respecto del
año pasado. De ellos, 1,7 millones de personas desempleadas, no cobran
prestaciones o subsidios de desempleo. La cobertura protectora en mayo
se sitúa en el 65,4%, pero ha descendido desde el 80% de mitad del año
2010. La reducción es más significativa en el porcentaje que cubren las
prestaciones contributivas. De los 2,9 millones de personas desempleadas
que reciben prestaciones (datos de abril 2012), 1,35 son contributivas,
1,33 subsidios no contributivos y 0,23 las rentas activas de inserción.
Así, más de un tercio (34,6%) ya no tienen ninguna protección pública.
En el mejor de los casos llega a cubrir hasta 24 meses, plazo
insuficiente ante una crisis prolongada con mucho paro de larga
duración. La paga de 400 euros, con condiciones y por un semestre, y las
rentas de inserción de las comunidades autónomas –en un nivel similar a
las rentas activas estatales- no constituyen alternativa suficiente
para resolver esa situación de vulnerabilidad. Además, existe un millón
de desempleados oficiales (según la EPA), no inscritos en el INEM,
normalmente jóvenes, con poca experiencia laboral y en búsqueda del
primer empleo, y que no reciben ninguna prestación.
Pues bien, en vez de reforzar la protección social para hacer frente a
los riesgos de empobrecimiento e incertidumbre, ahora el gobierno del
PP se plantea reducir esa mínima prórroga de seis meses del subsidio de
desempleo, ya fuertemente condicionada, consolidando la situación de
desamparo y desprotección social de unos tres millones de personas
paradas.
Por otro lado, los niveles de pobreza y desigualdad social en España,
según Eurostat, son de los mayores de la UE. Los sistemas de rentas de
inserción tienen una cobertura muy pequeña, en torno a un 2% de las
personas pobres, su cuantía es muy limitada y apenas se sitúan en el
umbral de pobreza y están sujetas a múltiples condicionamientos. Son un
instrumento que palia algunas situaciones extremas pero que es muy
insuficiente para frenar las fuertes tendencias hacia la exclusión
social.
Ese déficit protector se acentúa al considerar la excepcionalidad de la
protección al desempleo y los límites de su cobertura, y no consigue
equilibrar la fuerte desprotección y las crecientes necesidades y
desigualdades sociales, derivadas de un paro prolongado y masivo. La
lógica conservadora tiende a culpabilizar de su situación vulnerable a
las personas desempleadas y pobres, eludir las responsabilidades de las
instituciones públicas, acentuar la responsabilidad y la activación
individual y utilizar mecanismos de control social ante el malestar de
la gente precaria. Una alternativa progresista pasa por el impulso a la
creación de empleo decente y las garantías de protección social y
derechos socioeconómicos y laborales. Se trata de atender a las
personas, reforzar la ciudadanía social y democrática, frente al dictado
de los mercados y la involución social.