AMPLIOS sectores de la población
sufren la expansión descontrolada de graves dificultades económicas y
sociales; especialmente aquellos que han perdido el empleo y con ello,
la posibilidad de iniciar o de dar continuidad a sus proyectos de vida.
Estas personas tienen nombre y apellido, rostro y se relacionan con los
de servicios sociales para recibir apoyo en su camino hacia la inclusión
sociolaboral.
En este contexto de precariedad e inseguridad social, la política
gobernante traslada a las administraciones la exclusiva receta de
reducir el gasto. En Navarra, el Gobierno foral y la propia Alcaldía de
Pamplona han querido presentarse ante la opinión pública con el bisturí
en la mano como herramienta de corte fino y selectivo asegurando de
forma reiterada que la reducción presupuestaria no afectaría a las
partidas sociales en un momento en que son imprescindibles para mitigar
los dramáticos efectos de una crisis que sigue en caída libre.
Sin embargo, asistimos a decisiones que contradicen lo manifestado ya
que contribuyen a que los recursos económicos para las políticas
sociales, se vean reducidos de forma notoria.
En Servicios Sociales tenemos ejemplos muy recientes. La llamada
eufemísticamente Renta de Inclusión solo es el resultante del
endurecimiento de la anterior Renta Básica, mostrándose desde sus
principios, excluyente. La inexplicable falta de urgencia en la
elaboración del demorado Plan de Inclusión Social. La reducción de
subvenciones a las entidades de iniciativa social que asfixia su
capacidad de actividad e incluso su propia existencia. La amortización
de trabajadores/as en las plantillas de las administraciones públicas
mientras crecen los puestos de fidelidad política que, sin la
profesionalidad acreditada, no tienen problema alguno en dar cobertura
pseudotécnica al desplome de los programas de gestión pública.
A todo ello, recientemente sumamos una nueva pérdida. El Departamento de
Política Social del Gobierno de Navarra prevé aplicar una disminución
de un 34% efectivo en la subvención anual a los programas de Empleo
Social Protegido (programa instalado en la estructura social y municipal
de Navarra desde hace casi 25 años). En el caso concreto de Pamplona, a
este recorte trasladado podría sumarse otro de carácter local, por lo
que la reducción respecto a la partida disponible el pasado año, será
aún mayor.
En Pamplona, el programa ha seguido en estos tres últimos años un
proceso inverso a la evolución de la crisis puesto que su capacidad de
respuesta ha ido en retroceso, en tanto aumentaba el desempleo en la
ciudad. En paralelo a la regresión del Gobierno, el Ayuntamiento también
reduce su actuación. Así para este año 2012, si no hay una medida
correctora que lo remedie, la disponibilidad de plazas será la mitad de
las ofertadas en 2010.
Este incomprensible descenso impacta negativamente en el potencial de
ESP como alternativa dinámica a las prestaciones concedidas a las
personas con dificultades de acceso al empleo. Entretanto, desde el
Departamento de Política Social se criminaliza a quienes tienen que
solicitar apoyo económico, se dice a quienes reclaman su derecho básico a
la subsistencia que trabajen o vuelvan a sus países. Y lo están
haciendo, con descaro, cuando el bien del trabajo no existe ni siquiera
para jóvenes capacitados.
Hay que incidir en el hecho de que quienes participan en el programa de
ESP contribuyen con su quehacer al bien común con unos costes bajos que
generan ahorro en el balance de gasto público. En Pamplona, mantienen
jardines y márgenes del río Arga, acondicionan locales de uso público,
confeccionan vestuario, tapizan mobiliario, encuadernan, estampan
serigrafías, cubren conserjerías, transportan materiales, realizan
estructuras metálicas, limpian instalaciones municipales y atienden el
comedor social. Aparte de un salario básico para atender sus necesidades
vitales, el programa les aporta un elemento diferencial de gran
rentabilidad: la experimentación laboral. Pero además las personas
contratadas pueden sentirse parte activa de la ciudad en la que habitan y
devuelven a la ciudadanía una oportunidad social que está siendo
financiada por sus impuestos. Por lo que se amplía el marco de una
respuesta que debe ser global para contrarrestar las causas de la
exclusión.
Limitar los presupuestos destinados a los programas de Empleo Social en
Navarra solo puede hacerse aplicando una fría aritmética de recorte
simplista que no pueden, ni deberían soportar quienes carecen de otra
alternativa.
Desde Axola queremos trasladar a la opinión pública el rechazo existente
en los colectivos profesionales a cómo están tratando las
administraciones estos programas básicos. La excusa de la crisis no debe
socavar el sistema de protección social, muy alejado de la media
europea; no al menos desde el más mínimo sentido de la justicia y la
sostenibilidad social.
Exigimos al Gobierno de Navarra que cumpla su palabra respecto a su
interés por fomentar el empleo para los colectivos más vulnerables,
(según lo manifestado para justificar la aprobación de la nueva Ley de
Inclusión Social), incrementando la partida presupuestaria destinada a
la convocatoria de empleo social. Y solicitamos al Gobierno municipal
del Ayuntamiento de Pamplona generosidad con la ciudadanía de Pamplona
que se encuentra en situaciones de precariedad.
Axola (Asociación Navarra para la Promoción del Bienestar Social y los Servicios Sociales), por - Jueves, 2 de Febrero de 2012