El Foro comenzó con un pre-programa, los días 8 y 9 se realizaron casi 1.000 talleres y actividades auto-organizadas, registradas por 1.205 organizaciones de los cinco continentes, y estructuradas en 11 ejes temáticos de referencia.
Ya el jueves 10 de febrero se realizarónn 38 Asambleas específicas a redes y movimientos. Con temas tan diversos y centrales como la descolonización; la “nueva” reunificación del África; los desafíos y prioridades de los movimientos sociales; cambios climáticos; participación de las mujeres; los desafíos mediáticos y los canales alternativos; migraciones; lucha contra la pobreza etc.
En el marco de tres grandes marcos conceptuales referenciales: la crisis y la situación mundial – encarnada en la coyuntura africana-; el estado de los movimientos sociales y el desarrollo de la ciudadanía planetaria así como la propia dinámica de los Foros Sociales , sus desafíos, dinámica y continuidad del proceso en marcha.
En síntesis, los encuentros de varios mundos en un mismo espacio. Signos todos de un Foro Social Mundial que a pesar de los problemas organizativos de arranque concluyó en alza ese viernes 11. Y que excedió, a nivel de resultados, las perspectivas más optimistas de los coordinadores africanos.
“Significa una gran sorpresa para nosotros mismos, en particular por la movilización que ha engendrado y por la participación desbordante, que duplica nuestros cálculos iniciales que eran de entre 40.000 y 50.000 participantes”, subraya Taoufik Ben Abdallah, militante e intelectual tunecino que integra el Comité Africano de Organización.
Sin esconder en su balance la autocrítica por los “problemas organizativos graves del primer día” que paralizaron parcialmente las actividades al no haber aulas libres para realizarlas, y “por las fallas técnicas que en algunos casos no logramos superar totalmente”.
“Lo que mejor funcionó desde el inicio mismo fueron las aldeas internas (carpas) de las mujeres, los campesinos, los migrantes y sindicatos”. Si se trata de evaluar el impacto de la sesión de Dakar en la vida interna del proceso iniciado en Porto Alegre en 2001 -que celebra su primera década de existencia-, las pulsaciones vitales son de continuidad más que de cambios conceptuales bruscos.
“El FSM es un espacio abierto. No nos proponemos reunir a todos los actores participantes para imponerles una voluntad política única. Una declaración final en vez de abrir el espacio arriesgaría dividirlo, debilitarlo… Lo que no impide que los movimientos, redes y campañas que trabajan juntos puedan producir sus propias declaraciones comunes, como ha sucedido en ediciones anteriores” enfatiza Taoufik Ben Abdallah.
Para entender el sentido de este foro es interesante reproducir una parte de la entrevista a Eric Toussaint del mes pasado.
P: ¿Cuál es su caracterización sobre el presente del Foro Social Mundial?
R: Pienso que hay que reforzar el proceso del FSM ya que es casi el único marco planetario en el cual convergen los movimientos sociales, ONG, organizaciones políticas de izquierda y hasta Gobiernos progresistas. No hay otro lugar orgánico de convergencia. No podemos vaciar el FSM a pesar de las críticas que podamos tener hacia él. Tampoco sería correcto de pensar en crear algo alternativo. Porque sería impulsar una propuesta en competencia y muy limitada. Hoy el FSM es lo que hay. No implica que no existan elementos preocupantes en la evolución del FSM.
P: ¿En qué sentido preocupantes?
R: Hay varios aspectos. La decisión de una mayoría de dirigentes o animadores del FSM de no querer avanzar más allá de un Foro, es decir de no querer modificar la Carta de Principios a fin de permitir al Foro discutir planes de acción, plataformas, estrategias de acción. Y de situarse en el estricto marco de la Carta de Principios, que no permite, en tanto Foro, adoptar declaraciones finales y planes de acción. Un segundo aspecto: el éxito del FSM, hace que haya poderes públicos y fundaciones privadas que están muy decididas a apoyarlo significativamente. Se da la tendencia de hacer eventos muy costosos, con presupuestos muy elevados y eso me preocupa. Con el agravante de dos riesgos bien presentes. Crear una “industria del FSM”, ya que hay Organizaciones No Gubernamentales muy poderosas que estructuran grandes proyectos en torno al FSM. Viven de esto. Y el otro riesgo, el del nacimiento de una suerte de *burocracia altermundialista*. Es una capa de dirigentes que a partir de sus funciones obtienen cierto poder y privilegios y se perpetúan desde hace años
También en el mes pasado una entrevista a Chico Whitaker nos da más luz sobre el Foro Social Mundial y sus posiblidades.
P: ¿Cómo sintetizaría los aportes conceptuales del Foro Social Mundial desde su nacimiento?
R: Tal vez, a nivel didáctico y para simplificar una riquísima experiencia en construcción, me atrevería a hablar de cinco novedades principales del proceso del FSM. La primera, la creación de estas plazas o espacios a nivel internacional. Antes no existían y cada organización, campaña o movimiento hacían sus propios encuentros, incluso a nivel mundial. Pero no contábamos con espacios comunes a todos, en torno a un objetivo principal que compartimos. La segunda novedad, es la organización de ese espacio de tal forma que facilita el reconocimiento y aprendizaje mutuo, el intercambio de experiencias, la identificación de convergencias y la posibilidad de nuevas alianzas. La tercera, el hecho de comenzar a considerarse como positivo, en la lucha política, la diversidad de acciones y la autonomía de los diferentes actores. El respeto a la diversidad sobresale como uno de los principios básicos de la Carta de Principios del FSM. Si hablo de una cuarta novedad, quiero referirme a la construcción de una nueva cultura política, basada en la horizontalidad de las relaciones, en la corresponsabilidad, en la preocupación de no imponer sino dialogar, en la búsqueda del consenso que nos hace a todos más felices y más fuertes. Una cultura política que se corresponde con el “Otro Mundo Posible”.Y la quinta, que se encuentra todavía en gestación pero que avanza poco a poco: la afirmación del altermundialismo como un movimiento multiforme, multifacético y diverso que amplía la acción política más allá de los partidos y del poder político. Afirmación que se basa en la comprensión que los partidos no pueden pretender mantener el monopolio de la acción política y que la acción que transformará eficazmente el mundo deberá implicar a todos los segmentos sociales y cada uno de los miembros de la sociedad.
Pero tal vez, una clave, sea la de continuar en esta construcción en la medida en que estamos lejos todavía de desarrollar este pensamiento en el mundo entero y enraizarlo, profundizarlo en todas partes.
P: ¿Se refiere al FSM como un espacio a disposición del movimiento altermundialista?
R: Defiendo la idea que el FSM es un espacio abierto a todos los que consideran que hay que superar el actual sistema económico dominante. Una de las críticas planteadas al FSM es que estos espacios pueden ser útiles, interesantes, incluso simpáticos y constructivos, pero insuficientes si queremos cambiar el mundo. Pienso que es fundamental ampliar la mirada. Y profundizar los conceptos de acción y reflexión. La diferencia de naturaleza entre espacio y movimiento está en relación con esa diferencia entre reflexión y acción. Estoy convencido que las dos son esenciales, absolutamente necesarias desde nuestra perspectiva del cambio de mundo por la que optamos: la reflexión sin visionar la acción sería un ejercicio intelectual descomprometido y la acción sin una previa reflexión, sería irresponsable. En este marco, es claro que el FSM-espacio debe ser comprendido como un instrumento indispensable para el movimiento altermundialista, al servicio de su acción. Espacio para que los participantes puedan revisar y evaluar lo que se hace; para restituir e incluso redefinir los objetivos que buscará la acción en las coyunturas siempre nuevas; para repensar la eficacia de las maneras y medios de acción que son empleados y crear otros medios o valorizar nuevas experiencias. Un movimiento que no abre espacio para esta reflexión, evidentemente se condena a sí mismo a su propio debilitamiento.
Metodología participativa
P: ¿Espacio abierto con una metodología activamente participativa?
R: Es un punto esencial. En tanto el Foro Económico de Davos y otros tantos de este tipo en diversos lugares son verticalistas y piramidales, desde el comienzo el FSM promovió talleres y actividades auto-gestionadas, realizadas por cuanta organización quisiera participar en el espacio. En esa metodología tuvo un impacto la pedagogía de educación popular muy presente en la vida cotidiana de la mayor parte de los movimientos sociales brasileros y de las Comunidades Eclesiales de Base. Según uno de los principios de esta pedagogía, educadores y educandos aprenden todos, los unos de los otros, a partir de los tipos de conocimientos propios que cada uno tenga y aporte. Esta visión estimula la creación de relaciones de horizontalidad entre los participantes de toda acción colectiva. En esta misma perspectiva de horizontalidad, otra característica de los FSM: el rechazo a terminar con declaraciones finales o mociones de conclusión, que podrían tener la pretensión de expresar la toma de posición del conjunto de los participantes. Si hubiéramos adoptado el concepto de un documento final, transformaríamos al FSM en un espacio de disputa para que ese documento- declaración sea aprobada, como pasa en las asambleas o congresos de los partidos políticos. Lo que llevaría a manipulaciones si consideramos el gran número de participantes y la corta duración de cada Foro. Estos dos elementos: la auto-organización de actividades y el rechazo a cualquier documento final único, se convirtieron en verdaderos pilares metodológicos que dieron al FSM un gran poder de atracción.
P: ¿De dónde nacieron todas esas novedades, esas apuestas, esas opciones metodológicas que han permitido el desarrollo del proceso del Foro Social Mundial?
R: Diría, simplemente, que son el resultado de intuiciones, que se fueron acumulando en el camino, en la marcha. El objetivo inicial fue bastante claro: crear una alternativa y contrapunto al Foro Económico de Davos, en las mismas fechas en que éste se realiza. Que no fuera un espacio económico. Que se pasara a una fase propositiva de la lucha. Reforzando la acción de la sociedad civil- nuevo actor político que surgía- , tirando las barreras y fronteras que compartimentaban la acción de sus diferentes componentes. Tuvimos la intuición / certeza que era necesaria una metodología específica de la que ya hablé. Y también vimos luego del primer Foro era necesaria una Carta de Principios que sintetizara los conceptos de ese primer evento. La misma contiene dos conceptos centrales. El primero: que el FSM no debe ser un lugar de lucha por el poder, lo que se hubiera convertido en raíz de división. Y, tan importante como lo anterior, el respeto a la diversidad. Todos los tipos de diversidad, desde los culturales o sociales hasta el ritmo propio de compromiso de cada uno en este proceso en marcha.
Sobre el devenir del Foro ya el mismo activista, Chico Whitaker, nos dabe algunas cuestiones para la reflexión:
Pero no le asusta la fuerza del enemigo. “La humanidad está en búsqueda. Es una tarea amplia y ardua”. Y en su reflexión el tiempo político juega un rol importante. “Es el tiempo largo. Estamos dando una extensa vuelta por encima de un siglo de intentos. El problema es que muchas veces tenemos miedo de morir sin ver lo nuevo. Pero los pasos se darán en un caminar colectivo, sin apuros, en convergencia…”
Y del estado del Foro a las diferentes sensibilidades en torno a la necesidad o no de dotarlo de un programa político mínimo, hay sólo una pequeña distancia en el debate conceptual.
“No debemos imponer un programa político al FSM. Son los movimientos sociales los que tienen que tener su programa. Pero ninguno de esos movimientos puede pretender ser el único ni el mejor. La enorme diversidad que reina en el FSM no cabe en un solo proyecto predefinido intelectualmente”.
Cada día aparecen nuevos actores y protagonistas. La temática ecológica, por ejemplo, ha ido creciendo en estos últimos años de forma increíble. Incluso el concepto de la responsabilidad social de muchas empresas que empiezan a cuestionar el concepto mismo del lucro. “Y por eso no podemos reducir el FSM a un modelo completo y acabado. No se puede volver atrás con recetas como en el pasado. Eso no quiere decir que tal vez, en un momento determinado, la humanidad pueda llegar a definir la sociedad nueva que todos queremos. Pero será en un proceso largo y paciente”, enfatiza Chico Whitaker.
Por otro lado Manoel Santos ofrece una reflexión sobre los tres caminos del Foro Social Mundial.
La primera, que fue lanzada por gente como Bernard Cassen, Cristophe Ventura o Ignacio Ramonet, es la del postaltermundialismo –algo así como la apuesta por revoluciones democráticas de izquierdas–, que postula que hay que trabajar, como en América latina, mano con mano con gobiernos progresistas que asuman las propuestas del FSM. Bolivia, Ecuador, Venezuela, o Paraguay y Brasil en menor medida, pueden ser ejemplos de esto. Sin embargo trasladar esta opción a una Europa sin izquierdas alternativas poderosas parece por el momento una quimera.
La segunda vía, defendida por activistas como Susan George, corresponde al famoso “Green New Deal”, o nuevo contrato verde en el que los gobiernos asumirían, además del control del mundo financiero y emprenderían la nacionalización de la banca, una reconversión hacia una nueva economía de bajo carbono, con eficiencia energética, energías renovables, trabajos “verdes”, etc. Se trata, al fin y a la postre, de un nuevo keynesianismo ecológico que sus defensores consideran posible y realista, por cuanto no confían en que se pueda dar una revolución que nos saque del capitalismo –o a lo mejor hablan sólo del neoliberalismo–, cuando menos a corto plazo. Queda por saber si con los niveles de degradación ambiental conseguidos en el planeta –y sus inercias aún no detectadas– hay tiempo para esto y, sobre todo, quien lideraría esta reconversión, pues difícilmente podremos mudar nuestro modelo de sociedad si mandan los mismos, pero con disfraces verdes, y la democracia no se radicaliza.
La tercera vía, defendida por los movimientos más antisistémicos, habla de romper de vez con el capitalismo, intensificando las protestas y emprendiendo el camino hacia autogestión de nuestras sociedades, la autoproducción, la economía solidaria, el ecologismo social, el decrecimiento económico planificado, etc. Un modelo que a fe que sería más efectivo para salvar el binomio planeta-humanidad y alcanzar esa tan añorada justicia social global, ese otro mundo posible, pero terriblemente difícil, por no decir imposible, de universalizar.
Gustave Massiah reflexiona sobre "Lo que está en juego en el Foro Social Mundial".
Es preciso afinar las perspectivas y conceder más atención al debate estratégico y a la articulación entre resistencia de corto y de mediano plazo y los cambios en curso sobre la superficie de los acontecimientos. La situación ilumina la naturaleza dual de la crisis tensionada entre la crisis del neoliberalismo en su fase de globalización capitalista y la crisis de la propia globalización capitalista: una crisis del sistema que puede ser analizada como una crisis de la civilización occidental establecida desde principios del siglo XV.
En ese contexto las alianzas estratégicas deben someterse a dos exigencias. La primera se halla vinculada a la lucha contra la pobreza, la miseria y las desigualdades, la existencia del trabajo precario y la violación de las libertades en el mundo, para mejorar las condiciones de vida y la expresión de la clase trabajadora, directamente afectada por la economía dominante y por las políticas públicas. La segunda exigencia prioriza el hecho de que otro mundo es posible, un mundo que necesariamente involucra la ruptura definitiva con las formas de producción y de consumo de la economía y de la sociedad, tanto como la redistribución ambiental, el equilibrio geopolítico del poder establecido en las décadas recientes en los modelos democráticos prominentes de occidente.
Surgen tres propuestas como respuesta a la crisis: el neoconservadorismo que propone la continuación del patrón dominante actual y los privilegios que los acompañan a costa de las libertades, de la continuidad de las desigualdades, la extensión de los conflictos y de las guerras; una reestructuración profunda del capitalismo defendido por los militantes del New Deal que propone la regulación global, la distribución relativa y una promoción voluntaria de las Economías “verdes”; y una alternativa social, radical, correspondiente a una superación del sistema dominante. El Foro Social Mundial reúne a todos los que rechazan la opción neoconservadora y la continuación del neoliberalismo, conformando un Foro para el cambio y la discusión entre los movimientos que forman parte de un avance de un Nuevo Deal verde y los que defienden la necesidad de alternativas radicales (1).
Katu Arkonada, menciona claramente "Los límites del Foro".
Chico Whitaker, amigo y compañero de numerosos debates en el seno del Consejo Internacional, explicaba recientemente en una entrevista 5 novedades conceptuales que ha introducido el Foro Social Mundial desde sus inicios. Una primera novedad se refiere al foro como punto de encuentro, como espacio común a nivel global de los movimientos, donde antes solo había encuentros temáticos, sectoriales o partidarios. Una segunda novedad es la propia organización del foro de tal manera que facilite aprendizajes mutuos e intercambio de experiencias. La tercera, la diversidad de acciones y autonomía de los diferentes actores. Como cuarta novedad coloca la horizontalidad y la búsqueda del consenso, y una quinta novedad considera Chico que podríamos llamar a la consolidación del movimiento antiglobalización como un movimiento que amplia y va mas allá de la acción política de los partidos y del propio poder político.
Desde luego podemos coincidir en varias cosas con Chico Whitaker. El Foro Social Mundial es el único marco común de encuentro en todo el año, ahora cada dos años, en el que prácticamente todos los movimientos a nivel global se encuentran, dialogan y articulan. También es interesante la organización más o menos horizontal, con talleres autogestionados en los que actores de todo tipo y diversidad pueden presentar un taller o espacio de dialogo, así como la búsqueda del consenso en la toma de decisiones. Y desde luego no se le puede negar al foro su referencialidad en la aglutinación y consolidación del movimiento antiglobalización.
Limites y potencialidades
Sin embargo, esas potencialidades, novedades en palabras de Chico Whitaker, son más que matizables, esa potencia se convierte en limite que ha llevado al Foro Social Mundial a la situación actual.
Un primer limite nos lo encontramos en la propia Carta de Principios del Foro Social Mundial. La no presencia de partidos políticos u organizaciones armadas, lleva a vetar la presencia de movimientos de liberación nacional que desde su propia experiencia de lucha están en continua resistencia frente al imperialismo, el capitalismo o la globalización. Hasta el extremo de que los hermanos zapatistas, probablemente uno de los principales impulsores de la ruptura con la modernidad y la globalización cuando allá por 1994 se levantaran frente a la opresión de un estado colonial, no pueden participar y compartir sus experiencias. En cambio si pueden participar todo tipo de ONGs, que con multitud de interés económicos, y también políticos, y aferrándose a otro de los mandatos de la Carta de Principios, la búsqueda del consenso, lo interpretan a su propia conveniencia, transformando el consenso en un derecho a veto según sus intereses.
Otro limite importante, dentro de esa horizontalidad y búsqueda del consenso, es la no toma de decisiones. No hay un documento final del foro, un llamado a la acción, una agenda de movilización colectiva…nada. Cuando el foro termina, las ONGs ya tienen nuevos proyectos y nuevos foros en su agenda, pero no hay una resistencia organizada respecto al afuera del foro. Este límite ha sido salvado por los grandes movimientos que en paralelo pero de forma autoconvocada y autónoma, conforman la Asamblea de Movimientos Sociales, que el ultimo día del foro si discute y articula un documento político y una agenda común de movilizaciones para todo el año.
En definitiva, se nos plantea que estamos avanzando mas allá que los partidos, pero no se ven las rupturas por ninguna parte. Solo desde una verdadera articulación de movimientos sociales con partidos políticos, sindicatos e intelectuales comprometidos, consensuando desde las diferencias posiciones políticas y una agenda mínima en común, es donde los límites del foro se podrían transformar en potencialidades, demostrando que otro foro social mundial también es posible.
En esa dirección si podemos pensar en rupturas epistemológicas y socio políticas, y el Foro Social Mundial también debe convertirse en un espacio de lucha ideológica, en un campo de batalla política, en el que se construyan realmente alianzas y articulaciones, y especialmente se pueda aprender de las luchas del Sur, de la periferia del sistema, y también de las periferias del Norte, de las y los excluidos en el Norte con los que hay mucho que articular en la búsqueda de horizontes comunes de lucha.
Valoración y opiniones sobre el FSM en Senegal realizadas, y recopiladas, por Samuel Pérez, participante en el FSM de Dakar 2011 y miembro de la ONG Acción en Red.
1. Creo que un porcentaje mayoritario de participantes, en este caso
africanos y africanas, está ligado a pequeñas luchas locales por
defender sus derechos sobre la tierra, sanidad, educación, defensa de
los niños, frente a la compra de tierras… y que no están posicionados en
ninguno de los planteamientos ideológicos que se describen.