Así podríamos definir los acontecimientos que se han acelerado en este último año. Si consideramos a nuestros Derechos Laborales y a nuestro Estado de Bienestar como un hermoso salchichón, al que se le va cortando poco a poco en rodajas.
Ya en los últimos 25 años distintas medidas políticas, sociales y económicas le habían ido mermando poco a poco, con las distintas reformas laborales, la construcción del empleo precario, las ETTs, las anteriores reformas de pensiones…etc.
Pero en el último año la rodaja comida ha sido enorme. El Gobierno del PSOE, con la abstención del PNV, ha permitido que el poder empresarial se deleite con el mordisco a nuestros derechos laborales, ya que con la Reforma Laboral aprobada en septiembre: se facilita el despido por causas objetivas en casos de pérdidas económicas actuales o previstas, o ante la disminución persistente del nivel de ingresos; se abarata todos los despidos por causas objetivas de las personas contratadas a partir del 18 de junio de 2.010 con contratos indefinidos; la indemnización por despido correspondiente se reduce para las empresas en 8 días por año, que transitoriamente pagará el Fondo de Garantía Salarial; no se pone coto a la temporalidad abusiva sin causa; aumenta la flexibilidad ya que las empresas pueden modificar la distribución del tiempo de trabajo con toda facilidad, incluso modificando las condiciones pactadas en los convenios colectivos; y tras décadas de bonificaciones de las cuotas empresariales a la SS, se continúa con esa senda de premios económicos a la patronal que supone un auténtico peso muerto.
Los resultados ya los estamos viendo: Lejos de crearse empleo estamos en tasas de paro record, tanto en España (20%) como en Navarra (12%); aumentado considerablemente los despidos ya que a las empresas solo les cuesta 12 días por año (20 días que marca el despido objetivo menos 8 días que les regala el FOGASA).
También ha sido un mal año para nuestro Estado de Bienestar, ya que la mordida preparada para este junio, con la Ley de Reforma del Sistema de Pensiones, será descomunal. Así el Gobierno de PSOE pretende, con la injustificable legitimación de UGT y CC.OO., aprobar un cambio de ley que: aumentara la edad legal de jubilación para prácticamente todo el mundo de los 65 a 67 años; aumentar el período de cálculo necesario para poder acceder a una pensión contributiva de los 15 a 25 años; y aumentar los años de cotización necesarios para poder cobrar el 100% de la pensión, de los 35 años a los 37 años.
Las consecuencias serán muy claras. En el mejor de los casos la Reforma supondrá trabajar dos años más y cobrar la pensión dos años menos. Al modificarse el sistema de cálculo, las pensiones futuras serán entre un 10% y un 15% más bajas para quienes aguanten hasta los 67 años. Para quienes no tengan más remedio que jubilarse a los 65 años o antes, por estar en paro o porque su salud esté bastante deteriorada, el recorte será aun mayor: entre un 20% y un 30%, que afectará sobre todo a las capas bajas con trabajos manuales y menos cualificados, cuya esperanza de vida es hasta 10 años menor que la de las clases altas.
Otro triste resultado es el desprestigio indirecto de una SS que funciona de cine, con un claro superávit en los años más duros de esta crisis, y con un fondo de reserva que el pasado año alcanzó los 65.135 millones de € (un 8% más que el año pasado). Además de fomentar descaradamente los planes de pensiones privados que, como estamos viendo, son muy frágiles; por ejemplo en los últimos años han perdido casi un 20% de su valor y su quiebra es posible y palpable (31 grandes fondos de pensiones en EE.UU. están al borde la quiebra).
¡Basta ya de esta obscena merienda! Indignémonos, para ello la denuncia es necesaria, aunque hemos de reconocer que desde estas tierras tenemos claros problemas para articular respuestas unitarias, dado el racanismo de unos y el sectarismo identitario de otros.
Porque el panorama no mejorará, aunque aumente algo el PIB tenemos crisis social del desempleo para rato, y las movilizaciones serán necesarias si queremos salvaguardar un Estado de Bienestar necesitado de autoestima y valoración. Ya que si bien no lo tenemos del tamaño de nuestros vecinos más aventajados de la UE, esta red publica de protección supone el principal pilar de la sociedad, y no podemos dejar que rodaja a rodaja la dejen en nada.
Por ejemplo en nuestra pequeña Navarra, toda su población está bajo su protectora sombra, sombra muy directa para cerca del 40% de la misma. Ya que ampara a 12.000 personas con la Renta Básica; da prestaciones o subsidios a 30.000 personas paradas; integra a 24.000 personas en el Sistema de Atención a la Dependencia; da cobertura pública a 90.000 menores hasta finalizar la ESO, a los que hay que sumar a quienes estudian la educación secundaria post-obligatoria y estudios superiores también en la red pública; o las 120.000 personas que reciben una pensión de la Seguridad Social, 76.000 de ellas por jubilación, y todas ellas con cobertura farmacéutica gratuita; complementa a 12.000 personas su pensión de viudedad hasta el Salario Mínimo Interprofesional; y sobre todo da cobertura sanitaria pública a los y las 640.000 navarras.
Sin duda desde la izquierda y el sindicalismo tenemos muchos retos: en primer lugar valorar lo que tenemos, sin caer en el catastrofismo; en segundo lugar defender lo que hay para que no se nos coman más rodajas del salchichón; en tercer lugar exigir mejorar la del mismo con políticas que implementen los niveles de equidad, reparto e igualitarismo en nuestra sociedad; y en cuarto lugar reflexionar bastante, porque tendremos que ir pensando ya como sociedad, intensamente, en qué aspectos tenemos que decrecer de forma planificada (consumo eléctrico, de agua, de terreno urbanizable, de armas, de alimentos transgénicos...). Y como alternativa, reflexionar lógicamente, sobre qué campos económicos tenemos que crecer: en servicios sociales, en gasto en educación, en sanidad, en medioambiente, en investigación, en la lucha contra la exclusión social, en pensiones dignas, en cultura, en integración de la población inmigrante, en igualdad de género, en cooperación al desarrollo, en vivienda de alquiler, en transporte público, en la producción de energías limpias y seguras….
Sin duda muchos retos para proteger y mejorar ese salchichón que tanto nos ha costado elaborar, y que algunas bocas insaciables se quieren merendar.
Isabel Campo y José Luis García, miembros del sindicato SOLIDARI.