Asbjorn Wahl
Una revisión del ascenso y caída del
Estado del Bienestar
(Attac Madrid, 10 de mayo de 2013, http://www.challenge-mag.com/en/article__330).
(Traducción de Enrique Prudencio para Zona Izquierda).
El ascenso y caída del Estado del bienestar, del socialista noruego Asbjorn Wahl, nos brinda la oportunidad de observar de cerca este concepto. Wahl rebate la ilusión según la cual existe algo así como un modelo de Estado de bienestar que puede actuar como puente entre el capitalismo y el socialismo. El ascenso desenfrenado del capitalismo en las últimas tres décadas ha provocado la destrucción de los servicios sociales y el fin de la solidaridad. Pero Wahl no mira al pasado con nostalgia. En vez de eso, realiza una crítica exenta de sentimentalismo y pide directamente a los grupos sociales y sindicatos que presenten una alternativa política y social para sacar a la izquierda del actual estado de impotencia.
Wahl afirma que el Estado del bienestar no nació de la buena voluntad de los ricos. Los éxitos sociales conseguidos en el período posterior a Segunda Guerra Mundial en vivienda, educación, sanidad y seguridad social, se produjeron como consecuencia de la combatividad de los sindicatos y del miedo de parte de los ricos a que sus políticas antisociales inclinaran a las clases trabajadoras hacia el comunismo. Por lo tanto, el Estado del bienestar era una especie de compromiso inestable consecuencia de una situación particular en un momento concreto de la historia. Se mejoraban las condiciones de la clase trabajadora, mientras los ricos seguían manteniendo el control de los recursos industriales y la producción.
Estos compromisos tácitos limitados, que forman la base del Estado del bienestar explican, según el autor, la relativa facilidad con que comenzó la revolución neoliberal en la década de 1980. Wahl rebate la visión, mantenida por los líderes de la izquierda, de que la globalización es inevitable. Dice que no es una ley de la naturaleza ni una erupción volcánica. La globalización favorece a los financieros cuyos intereses son servidos eliminando las limitaciones a las transferencias de capital.
Intereses similares son servidos mediante la privatización de las empresas públicas y servicios públicos esenciales. Esto se suele presentar como una solución a su ineficiencia y disfuncionalidad. Wahl explica en detalle cómo funciona: primero, se restringen radicalmente los fondos al servicio público de que se trate para que se deterioren el servicio y las condiciones generales del mismo, con lo cual se crea en el público un Estado del malestar, que permita “colarle” una reforma radical. Después se avanzan diversas soluciones que llevan gradualmente el servicio en dirección de la privatización. Finalmente, se completa el proceso poniendo el servicio en manos de empresas privadas. La fuerza masiva del capitalismo financiero empuja a la privatización, tomando el control del debate público. Wahl subraya un ángulo muy importante al respecto: en el pasado, las grandes empresas buscaban nuevos mercados en el tercer mundo. Hoy, atacan los mercados locales, el tratamiento del agua, la recogida de basuras, el transporte y los medios de comunicación y los transforma en mercados lucrativos, mientras destruye la igualdad social y la solidaridad.
En el capítulo relacionado con la brutalidad del trato en el centro de trabajo, Wahl describe el fenómeno del “dumping social”, producido por el empleo de trabajadores extranjeros con salarios muy bajos. Tan pronto como el gobierno elimina las restricciones sobre las transferencias de capital y permite trasladar la producción a países con salarios más bajos, donde los trabadores no están organizados, neutralizando la influencia de los sindicatos locales.
Adicionalmente, se discute ampliamente el programa de “Workfare” llamado “Wisconsin” en Israel, que ofrece situar a los empleados en el mercado de trabajo. En la práctica, afirma Wahl, el programa incrementa los costes, mientras que muchos de los que vuelven al trabajo siguen siendo pobres. “Workfare” está basado en la visión liberal de que el “Homo Economicus” está motivado por su propio lucro. Esta es una visión mecánica y reaccionaria de la naturaleza humana que está en oposición directa a los principios que formaron la base del movimiento obrero.
Wahl, activista desde hace mucho tiempo del movimiento obrero noruego y europeo es muy crítico con el liderazgo de la izquierda política y de los sindicatos. Afirma que están atrapados en una percepción de estar en sociedad con los ricos. Esta es la razón por la que fueron tomados completamente por sorpresa cuando la revolución neoliberal se volvió contra ellos. En lugar de defender los logros del Estado del bienestar, aceptaron la ideología neoliberal como si fuese alguna especie de fuerza histórica imparable.
Wahl destaca el hecho, a veces olvidado por el movimiento obrero, de que el Estado del bienestar nunca ha sido un objetivo en sí mismo. El objetivo, tal como está definido en los programas de los sindicatos y en los manifiestos de los comunistas, socialistas y socialdemócratas era, de hecho, el socialismo. Los conflictos y desacuerdos entre partidos y diversas fuerzas siempre se referían a la cuestión de cómo conseguir el Estado socialista.
El compromiso que dio lugar al Estado del bienestar lo define Wahl como un regateo entre clases, del que los trabajadores obtuvieron unas mejoras significativas en su nivel de vida, a cambio de lo cual renunciaron al objetivo del socialismo. La ideología subyacente a este compromiso de clase trajo consigo la despolitización y domesticación de la clase obrera. Al hacerlo, debilitó la determinación del movimiento obrero para afrontar los siguientes ataques del capitalismo, como los que están experimentando hoy día la clase obrera y la clase media en un creciente número de países europeos.
Además de presentar al lector hechos e ideas importantes, el libro ofrece un nuevo espíritu creativo y solidario. Wahl se une al creciente número de voces que se dejan oír entre los sindicalistas, llamando a los sindicatos a que abran las puertas a los grupos activistas que habían sido excluidos en el pasado, como mujeres, minorías étnicas, inmigrantes y ecologistas.
No obstante, Wahl va un paso más allá. En lugar de remontarse al viejo Estado del bienestar, sugiere la construcción de una fuerza social que bloquee el ataque de los capitalistas de extrema derecha, establezca un sistema de controles públicos y reconstruya los servicios esenciales para las personas enfermas y socialmente más desfavorecidas. Las fuerzas izquierdistas que están atrincheradas en el campo de batalla, participando en el trabajo de base de los sindicatos que sean abiertos y democráticos, y en otros movimientos sociales, son la clave del cambio. El modelo de Wahl está basado en modos de cooperación de largo alcance, no convencionales, con nuevas fuerzas sociales ajenas al movimiento sindical.
Aquí hay un mensaje claro para el debate que se desarrolla actualmente entre los activistas: no esperes a tener un consenso completo. No accedas a hacer concesiones a la clase media a costa de abandonar los problemas básicos de las clases más débiles. Los ricos y los líderes del antiguo régimen no son “buena gente” no es solo que se hayan desviado de su camino, sino que son los representantes de una clase cuyos intereses son diametralmente opuestos a los de la gente común y en particular de la clase obrera. Aquellos que sueñan con un Estado del bienestar democrático, que proporcione justicia social en igualdad para todos, no la pueden encontrar anhelando el pasado, sino preparándose para una nueva lucha de clases y trabajando para agrupar fuerzas que avancen hacia un nuevo sistema.
P: Cuál sería la mejor forma de describir tus convicciones políticas: ¿”Socialista”, “marxista independiente” u otra?
Yo me considero socialista.
P: ¿Cuántos años llevas de activista en el sindicato y que tarea desempeñabas? ¿Cuál es tu situación exacta en el sindicato actualmente?
Yo era activista de mi sindicato local, primero (“Sindicato del Metal”) pero después me hice editor de la revista del sindicato de ferroviarios en 1983 (Estudié periodismo), trabajé durante tres años y medio en la oficina central de la Federación de Trabajadores del Transporte en Londres en la década de 1990 y he estado con el sindicato noruego de empleados municipales y estatales desde 1997, así que casi 30 años a tiempo completo con el movimiento sindical.
P. ¿Cuándo y porqué te involucraste en la coalición por el Estado del bienestar? ¿Cuáles son las fuerzas, grupos y sindicatos que participan?
Yo estaba dedicado a organizar la Campaña por el Estado del bienestar en 1998-99. Fue mi sindicato el que tomó la iniciativa, y junto con otros cinco sindicatos nacionales (tanto de dentro como de fuera de la Confederación Noruega de Sindicatos, configuramos formalmente esta coalición en 1999. El motivo fue que la ofensiva general, internacional, neoliberal también influyó en la situación política de Noruega (incluyendo al partido socialdemócrata), comenzando la privatización y desregulación de los servicios públicos del bienestar. La coalición se formó con el fin de reforzar la oposición a esta política y desarrolla políticas alternativas para modernizar y democratizar los servicios del estado del bienestar. La mayoría de las organizaciones que forman la coalición son sindicatos (tanto del sector público como privado), pero también tenemos una organización de campesinos, una asociación de jubilados, organizaciones de usuarios de los servicios públicos del estado del bienestar, organizaciones de mujeres y algunas más (alrededor de 25 organizaciones nacionales) e incluso algunas municipales.